El COVID y el abandono escolar

Criterios Pablo Aréchiga Fernández

La deserción escolar va a ser una de las consecuencias que tendrá el COVID y de las más difíciles de resolver, una cuyos efectos se reflejarán a más largo plazo y que afectarán la vida de más personas por generaciones, sin que exista esfuerzo suficiente para suplir el valor de un docente conviviendo cara a cara con los estudiantes en un aula. 

Formalmente todas las niñas, niños y jóvenes mexicanos tienen al menos una opción para ejercer su derecho a la educación y al menos en primaria y secundaria la cobertura educativa en México es mayor al 100%, lo que no significa que todos los estudiantes (incluso dejando de lado a las escuelas privadas) tengan las mismas condiciones, incluso sin considerar a la pandemia. 

No es lo mismo un estudiante de la mixteca, sin acceso a internet, cuyos padres no tienen escolaridad ni las mismas condiciones alimenticias o de salud, que un estudiante de algún centro escolar de la zona conurbada en Puebla, más saludable, mejor alimentado, con mayores posibilidades de hacer relaciones sociales, con acceso a internet  y con incluso la posibilidad de pertenecer a un equipo deportivo o de adquirir un uniforme sólo para desfilar el 5 de mayo. 

En condiciones normales, tiene más probabilidades de abandonar la escuela un estudiante con menores ingresos en el hogar y que vea más atractiva una oportunidad de incersión temprana en el mercado laboral que pagará de inmediato, pero que no tendrá oportunidades de desarrollo; la falta de interés de estudio, los embarazos no planeados; y en algunos casos, condiciones sociales o de violencia. 

Estas diferencias se acentúan durante la pandemia con las escuelas cerradas, en las que maestros, estudiantes y padres de familia estan utilizando toda su creatividad y esfuerzo para disminiur lo más que se pueda las consecuencias de estar fuera de las aulas, sin embargo sólo la mitad de los hogares en México cuentan con una computadora en casa, que seguramente deben compartir todos los miembros de la familia, sólo 8 de cada 10 con un smartphone y las clases televisadas que imparten lecciones representan sólo una parte del proceso educativo. Esto sin considerar otras variables como el analfabetismo digital o el que en algunos hogares aún se dé prioridad a los niños sobre las niñas para educarse.  Hay una buena entrada en este Diario que profundiza en el tema:

http://criteriodiario.com/2020/08/18/hablemos-de-la-brecha-e-inclusion-digital-desde-la-educacion/

Evidentemente, quienes no cuentan con los recursos suficientes como para tener una sesión por alguna plataforma o al menos para mandar una foto de un trabajo escolar vía WhatsApp o que simplemente viven en algún lugar sin señal son los más pobres y como consecuencia, los que tienen mayor riesgo de abandonar la escuela y la consecuente falta de oportunidades de cumplir sus proyectos de vida o al menos de mejorar el ingreso o tener posibilidades de superar las condiciones de vida de sus padres. 

Una persona con rezago educativo no podrá tener acceso a seguridad social ni a créditos de vivienda, deberá realizar trabajos manuales, tendrá un ingreso que no le permitirá alcanzar el promedio de ingreso de los hogares. El 82% de las personas con educación superior tiene un empleo de calidad, en tanto que sólo el 64% de las personas que no completaron la educación básica tiene un empleo en la economía informal.  Esto además de limitar las posibilidades de emprendimiento e innovación. El abandono escolar incrementa la pobreza, la desigualdad  y el nivel de vulnerabilidad de las personas.

No se han realizado las estadísitcas anuales para medir la deserción escolar, sin embargo el Estado esta haciendo esfuerzos muy relevantes como las becas de bachillerato, el incremento de la cobertura de internet en todo el país, las sesiones televisadas en horario estelar, el fortalecimiento de los CONAFES, el INEA, el IEDEP; los maestros estan haciendo esfuerzos enormes capacitándose, siendo creativos, incluso algunos yendo a buscar a los estudiantes a sus casas con el objetivo de darles una clase. 

Aún así, la enorme desigualdad y pobreza en la que aún viven millones de mexicanos hace que mantener a todas las niñas, niños y jóvenes en la escuela luzca a una tarea titánica, lo que nos hará aún más desiguales. Mitigar las consecuencias del rezago educativo representa un esfuerzo a largo plazo, que requiere de más de un sexenio y cuyas consecuencias pueden ser de dos o tres generaciones. 

Es buena noticia el anuncio de la vacuna para el COVID el primer trimestre del próximo año, lo que implica el regreso a las aulas, mismo que ojalá se vea acompañado del mejoramiento de las estrategias para que todas y todos los mexicanos concluyamos la educación a la que tenemos derecho, con perspectiva de género y de equidad. 

@pabloarechiga