Por qué El Che: explicando el mito

Criterios Pablo Aréchiga Fernández

8 de octubre, Día del Guerrillero Heroico 

Desde niño, mi recámara tenía un poster del Che en la pared, tuve playeras con su cara, muchos de mis grupos y artistas favoritos le dedicaron canciones; mi papá tenía una estatuilla suya junto a las de Morelos, Zapata y el Quijote en la sala de la casa, su diario en Bolivia se hizo casi mi diario y “Hasta la victoria siempre” uno de los lemas de vida, lo que me significa hacer esfuerzos enormes por escapar de los lugares comunes e intentar explicar el mito del Che.

La publicidad, el símbolo plasmado en playeras, las boinas, canciones, poemas, el nacionalismo cubano, las películas, los mitos, las frases, los posters tienen un por qué. Difícilmente se puede encontrar en alguna figura histórica el romanticismo, idealismo o carisma de Ernesto Guevara de la Serna, un médico asmático que tuvo la oportunidad de pertenecer a la élite como un médico nacido en 1928 en una provincia argentina, o como uno de los protagonistas de la revolución cubana, que prefirió siempre hacer lo que consideraba era su obligación ética desde la guerrilla para tumbar a las dictaduras capitalistas. No es un tema menor, no imagino a nadie renunciando a un cargo de Ministro del gobierno que él ayudó a formar para irse a la guerrilla en el Congo, vía Tanzania. 

Además de la biografía y frases del Che, entender el mito sobre el que está construida su figura, pasa por considerar algunos sucesos que abonaron a éste, por ejemplo el haber firmado los billetes cuando dirigió el banco central de Cuba como “Che” y no con su nombre completo, tal como dictaba la solemnidad de ese cargo, o el haber sido albañíl voluntario para construir una primaria en La Habana por las noches al salir de su empleo como Ministro, o el haber utilizado días completos, también como Ministro, para cumplir con jornadas laborales completas junto a los campesinos cubanos en la zafra. 

Lo anterior aunado a algunas otras historias; como el empeñarse en que los guerrilleros debían saber leer antes de ir a luchar, asistir a la Asamblea General de la ONU en uniforme militar en tanto se pronunciaba en contra del imperialismo y la invasión de Estados Unidos a Cuba, sus entrevistas con Perón en Madrid, la carta que le dejó a Fidel explicando por qué dejaba sus cargos en Cuba y confiaba al Estado el sustento de su familia y que Fidel leyó en público personalmente, o el haber sido capturado y asesinado por soldados bolivanos y un agente de la CIA, uno que por cierto, (según un buen documental que está disponible en Amazon “The Last Narc”), también estuvo implicado en la muerte y tortura del ex agente de la DEA Enrique Camarena y en el tráfico de armas para patrocinar movimientos en contra de los gobiernos de izquierda en América Latina. 

Esto agregado al esfuerzo del Gobierno cubano de promocionar la figura del Che como uno de sus principales símbolos, de los movimientos estudiantiles que adoptaron su figura como uno de los símbolos de lucha y resistencia incluso desde antes de su muerte. Por ejemplo, en México el Auditorio Justo Sierra de la Facultad de Fiolosofía y Letras de la UNAM es mejor conocido por la comunidad estudiantil ( y también por el profesorado) como el Auditorio Che Guevara , a pesar de los intentos de muchas personas que lo descalifican (por cierto, sin ningún fundamento). Si a esto le agregamos las canciones que van desde Silvio Rodríguez hasta Panteón Rococó que se han hecho incluso himnos de movimientos sociales de resistencia, que aspiran al menos a obtener un aroma de la legitimidad del personaje, el mito se explica con facilidad. 

Sin embargo, es un mito fundado, existen suficientes fuentes de información del Che para acercarse a la verdad del personaje, entenderlo y utilizarlo: sus videos, testimonios, fotografías, canciones, poemas y saber que es uno de los pocos personajes cuya vida corresponde a lo que creemos que es y a lo que se construyó.

Frank Delgado, un trovador cubano crítico del régimen Castrista, ironiza en su canción “Si el Che viviera” llamándolo “San Ernesto de la Izquierda“. Tal vez sí lo sea. 

@pabloarechiga