¿Qué legislatura nos depara para el ejercicio 2021-2024? El 15 de septiembre de 2021 habrá una nueva legislatura en nuestro estado. Su composición depende del humor público por un lado y, por el otro, de nuevas reglas electorales (que hasta donde tengo conocimiento aún algunas de ellas se encuentran impugnadas).
En el transcurso de esta semana dará inicio formalmente el proceso electoral ordinario 2020-2021 a nivel local. En el ámbito federal ya comenzaron los trabajos institucionales desde el pasado mes de septiembre. Como todos sabemos, seremos testigos en los próximos meses del desarrollo de las distintas etapas hasta la culminación de estas en las instancias jurisdiccionales, de ser el caso.
Este hecho plantea ya los ejercicios de proyección o predicción sobre como se renovarán o reelegirán los distintos cargos que estarán en disputa. En Puebla estarán en esa circunstancia: 217 presidencias municipales; 26 diputaciones locales vía mayoría relativa y hasta 15 (así lo indica el marco normativo local) por la vía de representación proporcional, dando un total de hasta 41 y; 15 diputaciones federales de mayoría.
El contexto y condiciones que determinan esta coyuntura electoral son únicos en la vida política reciente de nuestra entidad. Por ejemplo: a) todos los partidos políticos estarán obligados a postular de manera horizontal y vertical a candidatas y candidatos con apego al principio de paridad (considerando el reto que ello implica y la reglamentación específica de la autoridad electoral para garantizar igualdad de condiciones entre géneros); b) por primera vez se ejercerá la posibilidad y derecho de los actores políticos a la reelección (por una ocasión para los ayuntamientos y hasta por tres en el caso de los legisladores, tanto federales como locales) y; c) tendrán oportunidad de ser votados tres nuevos partidos en la entidad: Partido Encuentro Solidario (el ex PES resucitado), Fuerza Social por México (FSM) y Redes Sociales Progresistas (RSP).
A ello habrá que agregar la política de alianzas (quedando excluidos los 3 nuevos partidos) que seguramente estarán en la mesa de negociación entre los partidos que ya existen: los de registro nacional con representación en el ámbito local (PAN, PRI, PRD, PT, PVEM, MC, MORENA); así como los que cuentan con un registro local (Compromiso por Puebla CPP, Pacto Social de Integración PSI y Nueva Alianza). Estas alianzas tienen diferentes esquemas que seguramente harán más compleja la comprensión de este fenómeno al electorado: coaliciones totales, parciales y flexibles, así como las candidaturas comunes.
El poblano tendrá que elegir a su mejor opción dentro de una boleta con 12 logotipos partidistas, más las candidaturas independientes que se lleguen a materializar. Tan solo leer estos datos es abrumador.
¿Cómo impactará esta pincelada de contexto en la conformación de la próxima legislatura local?
Para ello debemos partir del necesario contraste con la actual que se compone de 10 bancadas (entre grupos y representaciones legislativas hablando técnicamente) y 3 diputados independientes. La primera fuerza es MORENA con un total de 14 diputados, le siguen empatados en la segunda fuerza con 5 legisladores tanto el PRI como el PT. Después viene el PAN (4); PES (3); PRD y MC (2 cada uno); CPP, NA y PVEM (1 cada uno) más los 3 diputados Sin Partido.
Además, es pertinente agregar el impacto que en la integración del Congreso tendrá la derogación de la figura de “el gran perdedor”. Con ella los partidos que por lo menos conseguían ratificar o en su caso alcanzar el registro (los partidos que participan por primera vez en las elecciones) ganando o no algún legislador por la vía de mayoría, podían acceder a un escaño en la legislatura mediante la representación proporcional con su “gran perdedor” y, con ello, mínimamente poder tener una representación legislativa o en el mejor de los casos, un grupo parlamentario.
Otro impacto de la ausencia de la figura de “el gran perdedor” será para los partidos de reciente creación, quienes para poder tener representación en el legislativo deberán ganar por “tierra” o en su caso, obtener un número de sufragios que les brinde la oportunidad de entrar al reparto de las diputaciones plurinominales. Antes, superar el umbral del registro premiaba a todos los partidos con al menos un legislador, hoy (de confirmarse bajo sentencia la desaparición de “el gran perdedor”) ya no será suficiente con un 3% de la votación.
En esa misma lógica la “bolsa” de diputados por asignar por la vía plurinominal pura “crecería”.
Así tenemos que, la próxima legislatura podría estar conformada hasta por 12 grupos legislativos o representaciones legislativas y, en su caso, la existencia de algún diputado independiente (que hoy por hoy no podemos descartar). Este escenario generaría entonces un Congreso con alta dispersión y que dependería de una configuración mayoritaria, seguramente derivada de políticas de alianzas electorales, reflejadas y materializadas, en el mejor de los casos, en la construcción de coaliciones legislativas. De lo contrario será un Legislativo que tendrá como principal reto la búsqueda de consensos en pos de no caer en parálisis o deficiencia legislativa.
Un escenario altamente probable podría ser aquel en el que un número determinado de partidos políticos no logren ratificar o, en su caso, alcanzar el registro y que, no ganen una sola diputación de mayoría relativa. Entonces tendríamos un Congreso con un menor número de bancadas y, tal vez, con un mayor número de integrantes en cada una de ellas. Un número menor de representaciones legislativas tiende a simplificar (al menos en la dimensión temporal) el trabajo parlamentario en la búsqueda de consensos. Podríamos en ese sentido proyectar que, el número de bancadas o representaciones llegarían incluso a la mitad de las que se consideran en el primer escenario, es decir 6.
Estos ejercicios especulativos no son para nada irrelevantes. La composición de un legislativo es crucial para saber que potencial de contrapeso pudiera tener en su actuar. En la historia reciente de nuestro estado sólo una legislatura ha sido contrapeso y dicha condición tuvo una vigencia de 3 meses y 10 días.
josimar.alejo@criteriodiario.com