El elector estadounidense

Criterios Pablo Aréchiga Fernández

(Hago esta participación sin conocer al ganador del proceso electoral estadounidense)

Una de las principales exigencias que tiene todo candidato, creador de discurso y mensaje y creador de marca política, es el entender a sus electores. Aunque esto sea obvio en apariencia, no resulta tan simple; en ocasiones los mercadólogos políticos nos impactan con comerciales producidos cual películas de acción con mensajes ineficientes o producciones en apariencia sencillas con mensajes correctos: México 2018 es la mejor prueba, una de las claves del impresionante éxito de AMLO es el de entender bien el país en el que vive, su escala de valores y sus códigos culturales, que supo hablarle a los mexicanos frente a opciones bien producidas pero con mensajes alejados de la realidad.

Entender al electorado es escencial para obtener la victoria, lo que implica incluir diferentes variables, que no  siempre son cuantificables, sino que tienen que ver con temas culturales, históricos, sociológicos o antropológicos y muchas veces las estadísticas son una herramienta de inferencia más que de toma de decisión definitiva. 

Sólo por destacar algunas, vale la pena considerar que, a diferencia del electorado mexicano y pese a sus enormes desigualdades, los estadounidenses en lo general tienen un concenso acerca de su modelo económico, incluso los actores políticos más orientados a la izquierda son los que pugnan por incrementos al gasto social y por reducir los gastos en seguridad o en el ejército, sin embargo difícilmente cuestionan el modelo económico pese a que tienen un nivel de desigualdad medio alto (.391 Gini), nivel de escolaridad menor a 14 años, un pésimo sistema de salud y en el que la mayoría de la población se dedica a trabajos manuales.

Sin embargo, tiene algunas diferencias que generan altos niveles de polarización entre su electorado como la postura acerca de los migrantes y sus contribuciones por una parte, o amenazas por otra, casi la mitad de la población está de acuerdo con las armas de fuego en manos de civiles. El 70% de la población practica alguna variedad de cristianismo (sólo el 20% es católico) y el resto alguna otra religión; la mitad de la población está a favor de la pena de muerte y casi el 40% en contra del aborto legal. 

Al mismo tiempo, se deben considerar las enormes diferencias regionales en términos educativos, económicos e ideológicos, lo distinto que puede ser un newyorker a una persona de Nuevo México o incluso las enormes diferencias que existen entre un sureño y un norteño de Florida, lo que parece ser en este proceso electoral la joya de la corona. Esto se debe sumar a los temas presentes en la agenda pública, que son los enormes retos a los que se tendrá que enfrentar el próximo presidente de Estados Unidos: las posturas ante la pandemia, la reforma a las policías, el cambio climático,  el gasto social en salud, los migrantes o la agenda internacional.

Las elecciones no sólo las ganan quienes tienen mejores propuestas que le beneficien a más personas, sino también quienes adaptan su agenda a las necesidades, expectativas y valores reales de la gente y a quienes las comunican mejor. En un escenario social, político y económico tan complejo, con un electorado tan cohesionado en algunos preceptos y tan polarizado en otros, ganar  la contienda se vuelve una ciencia de mil detalles que los candidatos y sus estrategas deben cuidar meticulosamente. 

@pabloarechiga