Neruda también se cansó

Criterios María Del Rocío Lozano Solana

Y pasa que no sólo los poetas se cansan de ser hombres, sino que también lo hacemos quienes con pasos indiferentes nos sorprendemos al ver en lo que nos hemos convertido. Pablo Neruda escribía que se cansa de ser hombre, que se cansa de las rutinas diarias y los lugares comunes; se cansa de la gente, los olores y los cines.  Y lo podemos entender porque ¿quién no se ha cansado de navegar en los mismos mares, conociendo la marea hasta remar con los ojos cerrados? ¿quién no se cansa de ser hombre y todo lo que implica? Muchos añoramos por dejar un minuto, nuestra sombra y su acosadora compañía. Sería bueno que nos atreviéramos a romper con lo ordinario y salir a recoger las cenizas de lo que hemos dejado en la historia, aquello que era bello y que nos hacía diferentes. Muchos nos cansamos de ser raíces en la obscuridad y motor de los problemas, durmiendo vacilantes, extendiendo nuestros sueños para hacerlos infinitos.  

No quiero más desgracias, ni preocupaciones que no me pertenecen; no quiero cuidar de las raíces que me hicieron daño, ni sembrar las flores con espina que no se dejan querer. Al final del día se crea una tumba con cadáveres que no vivieron o que simplemente se esforzaron en ser como los demás. Los lunes ya se cansaron de vernos odiarlos y los clientes están hartos de escuchar las mismas ofertas manipuladoras. Hoy vivimos una oportunidad para admirar las ventanas y escuchar las noticias con atención; apreciamos los rincones y los ratos de soledad; las casas se humedecen y a los hospitales no les caben más huesos. Los que se han ido se van envueltos en bolsas negras, sin decirle adiós a sus amados. Las calles están tan solas que se agrietan y pierden su color; los pájaros al fin respiran y hay nueva vida en el mar. Los animales se han olvidado del olor a azufre y agradecen esta segunda oportunidad. Las cruces cuelgan de las puertas y las cafeteras se quedan encendidas; los espejos son constantemente visitados y lloran de la vergüenza y el susto al ver que no te arreglas ni un poco.  

Hoy yo paseo tranquila con los ojos brillantes, por las calles solitarias y los patios silenciosos, cruzando miradas con los que no supieron quedarse adentro y dejando en la música mis lágrimas desesperadas, extendiendo así mi sueño para que sea infinito. Y resulta que Neruda se cansaba de ser hombre. Quien pida minutos de silencio será para sentirse, para leerse, entenderse y escucharse, porque resulta que van a vivirse. No seamos como los desentendidos que son “víctimas” de una mentira del gobierno. Hemos vivido tanto, que algún día tocará que nos olviden a la fuerza, nos borrarán de los pases de lista y se hará nuestro sueño interminable. Pero los poetas igual sufren, y no es por su corazón congelado y acostumbrado a la derrota que se hacen más fuertes. Si los poetas se cansaron de ser hombres, también me canso yo de serlo. No quiero mas desgracias, ni continuar de tumba en tumba saludando mis propósitos nunca cumplirlos. Quiero ver qué pasa si esperamos un poco más. Quiero ver si, al esperar, las cosas se arreglan. Quiero saber si podemos empezar a confiar unos en otros sin perder la esperanza. Quiero ver qué pasa si caminamos ahora con calma, sin odio ni furia, sino con paso seguro entre el olvido y la paciencia. Quiero saber qué pasa si nos damos la oportunidad de admirar, así no sería tan triste nuestra vida de sillón, ni nuestros días de cuarentena, serían una oportunidad para dejar de ser los hombres que quieren que seamos y comenzar a ser esa versión que sabemos es más original y valiosa.  

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