La resiliencia a la distancia

Criterios Fadia Márquez Cabrera

Casi se acaba el 2020, año que a todos nos ha hecho ver los claroscuros de permanecer entre las paredes del hogar, el valor del contacto humano y lo cotidiano de esas pequeñas libertades que no considerábamos necesarias o tan importantes. A pesar de que en estas fechas el confinamiento total es una realidad de unos pocos, sin duda, hemos aprendido varias lecciones del encierro y el espacio educativo no es una excepción. 

La educación a distancia para muchos y muchas ha sido un largo e interminable camino de estrés, aprendizaje poco significativo, horas vacías, espaldas adoloridas frente al monitor, vivir de manera explícita la desigualdad económica y social y por supuesto, mucha frustración por parte de todos los actores involucrados en el espacio educativo. Justo ante un proceso de enseñanza / aprendizaje que se ha complejizado para muchos, me parece puntual e importante hablar de resiliencia. 

Desde la psicología, la resiliencia significa que cuando nos encontramos ante situaciones de dolor emocional y experiencias adversas, puede existir la capacidad de salir fortalecido y poder construir comportamientos positivos tras la experiencia. ¿Podremos ser resilientes en un espacio educativo que nos ha causado tanto malestar? ¿Cómo sobrellevar la educación a distancia? Aquí, algunas ideas que podemos tomar en cuenta al momento de estudiar un programa a distancia y no perder todo en el intento:  

1. Todos estamos aprendiendo y nadie es experto. 

Existen docentes con un perfil académico elevado que no estaban preparados para el reto de enseñar de manera virtual, lo cual ha sido una situación con el profesorado en todo el mundo. Tan sólo UNICEF y Google, facilitaron una serie de sugerencias y capacitaciones dirigidas a los docentes y los retos que supone el enseñar fuera del aula. Por lo tanto, tanto alumno como profesores estamos aprendiendo en el camino, en este sentido el proceso se vuelve más horizontal y las mismas dificultades tecnológicas pueden generar un clima de cooperación, empatía y ayuda mutua que antes quizás no sucedía.  

2. El tiempo de descanso es necesario. 

Como parte del autocuidado de todos y todas, tomar tiempos de descanso es fundamental para recuperar las capacidades cognitivas, si no descansas bien, seguramente tu memoria, atención y retención se verán afectadas, por lo tanto, establecer horarios de trabajo supone también contemplar horarios claros para descansar. Organizar el qué hacer y cuándo hacerlo, se vuelve fundamental y sin duda es una habilidad, no sólo para el proceso educativo y aplica en niños, adolescentes y adultos. Hábitos y rutinas. 

3. Hablar es fundamental. 

Estamos acostumbrados a no preguntar en clase, sin embargo, externar dudas o expresar a tiempo lo que sucede con el profesor o asesor a cargo es importante para evitar malos entendidos o fallos en la comunicación, muchas bajas calificaciones pueden evitarse si se habla a tiempo, en caso de tener dudas o tener alguna situación que pudiera afectar la asistencia o desempeño en clase. En este caso, es una ventaja la diversidad de canales comunicativos, quizás ahora más que antes se ha borrado un poco la barrera de formalidad para hablar con los docentes vía WhatsApp, llamada, redes sociales o correo.  

4. Aprovechar los recursos. 

La educación a distancia hizo visibles las brechas y las diferencias entre los que pueden acceder a tener computadora, Smartphone e internet y los que no, entre los que saben utilizar y los que no, la realidad es que todo caminará a una mayor digitalización y no es novedad, pero mientras tanto es claro que cada quien ocupa lo que tiene. Los profesores se han adaptado aceptando fotografías de libretas, llamadas telefónicas durante todo el día y un WhatsApp repleto de mensajes y justo en el camino han identificado de manera más clara donde se sitúan las necesidades de formación con su alumnado, por lo tanto, existe este proceso de adaptación, pero también de ubicar donde tenemos que prestar atención para equilibrar el analfabetismo digital en medida que el contexto lo permita.  

En suma, haber pertenecido a la generación o generaciones arrojadas de un día para otro, a la educación a distancia puede ser algo que hubieras querido evitar, por otro lado, poder concluirlo y haber tenido la experiencia, puede ser muestra de tus capacidades de resiliencia para la vida. La tolerancia a la frustración, la resolución de conflictos, aprender a ser autodidacta, indagar en las tecnologías, entre otras capacidades, sin duda pueden ser resultado de esta experiencia educativa y pueden ser útiles para otros espacios como la familia y el empleo.  

A veces cuando la experiencia nos lleva al límite de nuestras capacidades, surgen habilidades que no sabíamos que podíamos desarrollar. Como actores en la educación, podemos pensar que de esta experiencia habrá alumnos y alumnas que conocieron de manera cruda sus limitaciones personales, económicas y familiares, pero también podemos elegir ver un espacio de oportunidades y espacios donde podemos integrar otra clase de aprendizajes no precisamente curriculares, pero si aprendizajes para la vida y los retos futuros.  

fadia.marquez@criteriodiario.com