México, la desigualdad y el COVID

Criterios Pablo Aréchiga Fernández

La pandemia está incrementando casi en nivel tragedia los niveles de desigualdad en México y en todo el mundo, ha hecho visibles muchos de los problemas y rezagos que padecemos. En un país en el que el 1% de la población concentra el 20% de los ingresos y con un sistema económico que durante años fue diseñado para procurar el crecimiento económico a costa del bienestar de la mayoría, queda claro que aunque estamos en el mismo mar, unos pasan la pandemia en yate y la inmensa mayoría la pasa en balsa o nadando.

Sin embargo, las desigualdad en la que vivimos no es únicamente económica, lo que incrementa la magnitud del problema, pues también tiene que ver con capacidades, patrimonio, vulnerabilidad, accesibilidad, inclusión, acceso a servicios de salud y hasta color de la piel; es decir que, por ejemplo, quien tiene menos ingresos, no heredó un patrimonio y proviene de un hogar en la que los padres tienen un bajo nivel de escolaridad y se dedican a trabajos manuales, tiene menos habilidades digitales para trabajar o estudiar en casa, tal vez no tenga computadora o no sepa cómo utilizarla,  carezca de acceso a internet para estudiar o trabajar en casa, o simplemente no tenga un empleo que se pueda realizar en línea. Sin dudas esta persona tiene muchas mayores posibilidades de perder su empleo, de no tener ahorros y de vivir al día. 

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, publicó en julio el “Desarrollo Humano y COVID-19 en México” un documento que plantea que la pandemia generará un retroceso de ¡30 años! en materia de desarrollo humano, es decir educación, salud y género, lo que significa un aumento de la brecha entre quienes menos tienen y pueden y los afortunados que tienen y pueden más. 

Antes de la pandemia, México estaba empezando a combatirla, por ejemplo el ingreso de los trabajadores en razón del incremento al salario mínimo aumentó en 6%, la reforma al sistema de pensiones que incrementa la pensión de los que menos ganan es buena noticia, así como el fin de la contratación vía outsourcing son buenas noticias para quienes trabajan en la economía formal, mientras que los programas sociales son buena noticia para quienes trabajan en la economía informal. Sin embargo, los esfuerzos estatales no podrán con la inercia de años de un modelo económico y un diseño institucional insostenible diseñado que las posibilidades de movilidad social sean nulas; lamentablemente la pandemia está generando que las posibilidades de movilidad social hacia un nivel inferior sean más grandes que las posibilidades de ascenso. 

La desigualdad es multidimensional y cada una de sus caras se acentuará sin dudas con esta crisis, acrecentará las brechas sociales y económicas, generará desempleo y, desgraciadamente, más personas caerán en pobreza tanto en México como en el resto del mundo, sin embargo los países con mayores niveles de desigualdad la acrecentarán sin importar las variaciones de sus PIBs. 

La única respuesta posible, es la intervención de un Estado cada vez más fuerte que tenga como prioridad la redistribución del ingreso y la justicia social, mediante programas sociales bien diseñados, que promuevan la inclusión, la conectividad, la movilidad, sean sostenibles y tengan perspectiva de género, aunque entiendo pueda sonar romántico, es el único camino que nos llevará a vivir en un país que gradualmente vaya siendo más justo. 

@pabloarechiga