El “home office” ¿buena voluntad o algo necesario de regular?

Criterios Fadia Márquez Cabrera

Según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) el 75% de los mexicanos padece fatiga por estrés laboral, superando a países como China y Estados Unidos. Es decir, si eres mexicano o mexicana, es muy probable que tu compañero de vida sea el “Síndrome de Bornout” o desgaste ocupacional, lo cual puede involucrar: estrés, cansancio severo, despersonalización y afectaciones en la vida familiar y social. 

Por otro lado, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) informó que México es el país donde se registran las jornadas laborales más extensas entre las naciones pertenecientes a este organismo. 

Este hecho alarmante se conoció antes del inicio de la pandemia y las recientes adecuaciones en su mayoría de los trabajadores formales ante las reglas de distanciamiento social y confinamiento en casa ¿Qué aspectos cambian con el teletrabajo o “home office” y qué se vislumbra con ello?  

La sociedad ha devenido en distintas transformaciones en el comportamiento humano y el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, que en la mayoría de los espacios de la vida ha tenido un empuje muy notable en el último año, quizás entre los ámbitos más importantes: la educación y el trabajo.  

Para algunos, el familiarizar cada vez más a las organizaciones con estos recursos de trabajo a distancia, es un buen indicio de que estos esquemas más comúnmente usados en el sector privado están llegando a otros espacios y a otras profesiones, en algunas aún por cuestionar su utilidad e impacto. 

Según eventos recientes, en Alemania, la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB) reclama la Ley de derecho a home office y la sanción a empresas que no ofrezcan dicha condición (Forbes, 2021). En nuestro país, en la lógica de los cambios y de una cultura laboral en favor de la salud, se ha publicado en el Diario Oficial de la Federación la NOM-035 STPS-2018 para la identificación, atención y análisis de los Riesgos psicosociales en el trabajo, sin embargo, falta la adecuada regulación de los esquemas emergentes considerando la flexibilización al trabajo en “home office” como condición necesaria. 

Algunos de los argumentos a favor del trabajo en casa son que el trabajo remoto evita la pérdida de tiempo en desplazamientos al espacio laboral, así como gastos para los trabajadores y las empresas.  

El trabajo a distancia puede suponer un esquema de inclusión en algunos casos de discapacidad u otra condición que requiera mantenerse en el hogar, lo cual a pesar de llevar años existiendo ahora es más visible y existen más recursos tecnológicos para potencializarlos. 

Otro aspecto es que las personas pueden flexibilizar sus horarios y emplearlo de manera más personalizada. Por tanto, como cultura organizacional el trabajo en casa deberá generar esquemas ordenados y con liderazgos positivos en las diferentes áreas. 

Por otro lado, también se habla de que el distanciamiento en las organizaciones no supone desconexión, sin embargo, requiere del fortalecimiento de otras habilidades para lograr una adecuada gestión de recursos.  

En suma, si bien el escenario actual nos hace necesario adecuar nuestros estilos de vida a menor contacto social, es necesario hacer un replanteamiento de las formas de trabajo y las condiciones de las y los trabajadores que, sin una debida regulación, no podrá ser una realidad. Quizás caminar hacia el cambio de nuestros hábitos de trabajo sea la clave para tener menos estrés y riesgos a la salud física y mental. 

Existen intentos por redefinir esquemas más saludables en el trabajo, sin embargo, sería lamentable saber que todos estos vicios no cambiados, únicamente se trasladarán de un espacio a otro. Mientras siga sin existir respeto a la vida privada de los trabajadores, las llamadas sigan fuera de tiempo laboral, las jornadas sigan siendo extensas y sin las condiciones económicas o físicas en favor de la salud como condición de cualquier espacio laboral, el “home office” únicamente será un cambio de paredes, pero no de mentalidad ni de cultura organizacional. 

Los argumentos en favor de hablar de la salud laboral y la necesidad de dignificar los espacios van ganando puntual atención en México y el mundo, lamentablemente no debe perderse de vista que hablar de “home office” tiene implícita ya la desigualdad del trabajo formal, informal y el autoempleo y las brechas que existen entre sí.  

Pareciera que pensar en un futuro de empleados felices con condiciones adecuadas es hablar de utopías, cuando simplemente de lo que se habla es de la dignidad. 

fadia.marquez@criteriodiario.com