La reelección de legisladores y alcaldes: herramienta incompleta

Criterios Pablo Aréchiga Fernández

La escuela pública y las clases de historia satanizaron a la reelección, como un mal Porfirista que el buen Madero combatió con su famoso lema “Sufragio efectivo, no reelección” para oponerse a las continuas relecciones de Porfirio Díaz, en las que el Dictador ganaba abrumadoramente cada vez que se sometía al mandato popular en la entonces incipiente democracia mexicana de finales de los 1800´s. Por cierto, el primero en usar ese lema fue el mismo Díaz, cuando se levantó en contra de la reelección juarista. 

Hace diez años estaba muy presente en la agenda pública, la urgencia de legislar la reelección inmediata de Alcaldes y Legisladores: era común leer a diversos académicos y opinólogos, y a varios de mis maestros en la licenciatura en ciencias políticas (muchos de ellos serios), opinar a favor de la reelección inmediata de Legisladores y de Alcaldes, argumentando, que tendría como consecuencias positivas crear una herramienta de empoderamiento de la ciudadanía a costa del control de los partidos políticos y los coordinadores parlamentarios, argumentando que un funcionario electo le rendiría cuentas a sus electores puesto que su carrera política dependería más de ellos que de quedar bien con las dirigencias de sus partidos; también consideraban la posibilidad de irse profesionalizando en los cargos, la continuidad en las políticas públicas y la disminución de la disciplina partidista. 

Ahora bien, como consecuencias negativas de la reelección inmediata, se argumentaba que ésta herramienta podría generar el incremento de los cacicazgos locales, fortalecer la inequidad en la contienda, e incrementar los límites en las vías de acceso al poder, pero estas irían disminuyendo con el empoderamiento de la ciudadanía.

Sin embargo, México tiene algunas reglas que impiden que los ideales planteados sean así, por una parte la disciplina parlamentaria sigue siendo casi estricta, los diputados siguen votando en bloques por instrucciones de los coordinadores parlamentarios (salvo en algunos casos los diputados de MORENA y PT votaron libremente a veces en contra de iniciativas presidenciales en temas específicos); por otra parte, el control de las candidaturas lo mantienen los partidos políticos, lo que significa que si una persona pretende reelegirse en su cargo, debe tanto darle buenas cuentas a la ciudadanía como a su dirigencia, criterios que difícilmente son compatibles.

Además, no resulta tan simple evaluar el trabajo de un legislador, sigue siendo tedioso verificar cada una de sus votaciones, su capacidad de gestión y es más fácil que nos enteremos de su trabajo a veces por un tuit que por un ejercicio real de evaluación del poder y de rendición de cuentas; pese a los esfuerzos de muchos legisladores de difundir sus agendas, los más populares en muchos casos acaban siendo los más polémicos (por buenas o malas razones) o quienes impulsan una agenda muy específica a favor de un grupo. En muchos casos también es difícil separar la rendición de cuentas y la cercanía con la ciudadanía con el clientelismo. 

En el caso de los Alcaldes, su trabajo y resultados son más verificables pero también más complejo, para la mayoría de nosotros es complicado entender los verdaderos alcances institucionales o los presupuestos y los recursos de los Ayuntamientos, mientras que las promesas de campaña, difícilmente se parecen al trabajo de los gobierno, se trate de cualquier partido o gobierno. Vale la pena considerar que los negativos de todo Gobierno comienzan en el día 1 de su gestión. 

Lo anterior genera que para muchos gobiernos locales sea la comunicación política eficiente la que les permita alcanzar  el objetivo de la política, acceder al poder y mantenerse ahí el mayor tiempo posible (Maquiavelo dixit), y no la acción eficiente de gobierno. 

Para que la fórmula funcione los ciudadanos debemos ser capaces de distinguir entre quien gobierna bien y quien sólo se comunica bien, debemos poder entender qué hace cada quien, de leer y destinar tiempo para saber realmente los cómos y los porqués de la acción pública, pero también reglas que le disminuyan los controles políticos a los partidos, lo que también depende de nosotros. 

@pabloarechiga