Un golpe a nuestro nuevo estilo de vida

Criterios María Del Rocío Lozano Solana

Hoy en día, internet es la fuente de todo conocimiento, entretenimiento y relación social. La tendencia del uso de redes sociales va aumentando cada día, evolucionando para, no sólo influir en las relaciones y conexiones personales, sino en los negocios, la política, la economía y la ciencia. Sin embargo, esto empieza a ser preocupante: 2.5 mil millones de personas tienen un usuario de Facebook, 2 mil millones utilizan Youtube, mil millones utilizan Instagram, 800 millones Tiktok, 340 millones Twitter, y los números siguen y siguen sin freno alguno. Mi pregunta ahora es, ¿Qué bien nos trae ser parte de esta masa de usuarios?  

En lo personal, soy la primera persona que las usa todos los días, por varias horas.  Descuido a seguidores de unas por seguidores de otras; pierdo contacto con los de una aplicación, por estar pendiente de los de otra. Pero en realidad resulta que en todas partes son los mismos seguidores, amigos y haters. Todas me conectan con el mundo exterior y lejano, me alejan del cercano; todas me comunican, informan, entretienen, quitan tiempo y me dan dolor de cabeza. Todas lo mismo. Y es aquí cuando la modernización nos da un golpe bajo. Cuando nos damos cuenta de que hemos dejado de convivir con los que están cerca, por conectar con los que están lejos; hemos dejado de disfrutar lo que tenemos junto, por “aprovechar” lo que tenemos lejos. Por eso, hoy vengo a invitarte a que cambiemos las cartas, nos toca demostrarle a este nuevo estilo de vida que no nos va a esclavizar porque somos fuertes, libres y estamos decididos a cambiar.  

Nuestra relación con las redes sociales es realmente fiel, como nunca antes visto. El tiempo pasa volando y no sientes que pierdes mucho. Te sientes productivo, conectado y actualizado. Te sientes libre y con todo a la mano; más velocidad, contenido, entretenimiento y, de nuevo, todo a la mano. Pero de repente se te olvida tu laptop en el trabajo o se le acaba la pila y te enfrentas a la computadora vieja de tu mamá. Esa computadora pesada y además lenta. Tarda sólo unos minutos más en cargar, pero pierdes la paciencia. Ahora ¿Qué pasa cuando se va el internet? El mundo se viene abajo, no hay comunicación, ¿Cómo van a saber de ti? ¿Qué tal que cae un meteoro y no puedes grabarlo o publicar lo que pasa? No quiero ni mencionar nuestra peor pesadilla, que se nos acabe la pila, porque ahí entonces no hay forma alguna de entretenernos, ni viendo nuestras propias fotos ni jugando Candy Crush. ¿En qué momento se volvió esto lo peor que nos puede pasar? 

Hace un año nos enfrentamos a un gran reto, una pandemia, un reto que hoy sigue. Hoy gran parte del mundo se enfrenta a un desastre climático nunca antes visto (o no por muchos años), países del medio oriente ven la guerra todos los días, otros se cruzan con la pobreza cada segundo, la inseguridad es el miedo de muchos, el desempleo y la economía el pánico de otros. Pero para gran parte de ellos, lo peor que puede pasarles es dejar la conexión virtual. Hemos caído muy bajo, nos hemos dejado esclavizar sin siquiera darnos cuenta, pero habiendo dado todo el permiso para ello. No me gusta generalizar y no trato de hacerlo ahora, pero son pocos los que se han dado cuenta de este problema, o más bien son pocos los que han hecho algo al respecto. No se trata de rebeldía ni contradicciones, se trata de entender que ya no nos reconocemos, que nos hemos convertido en lo que empezó siendo un personaje, que hemos dañado nuestros ojos, mente y nuestra imaginación, que hemos olvidado lo que era jugar afuera, caminar, viajar y conocer, se nos ha olvidado lo que somos, y nos hemos convertido en lo que quieren que seamos. 

Cuando se habla de globalización, también se habla de la pérdida de cultura e identidad. Se habla del daño que la modernización le causa a las tradiciones y las costumbres de muchas comunidades. Pero nadie habla del daño que le ha causado a los seres humanos. Hoy existe un modus vivendis, un estilo de vestir, una forma de ser, un modo de hablar, un modo de relacionarte, y si no lo sigues, no estás dentro. Y de nuevo te digo que no se trata de rebeldía sino de autenticidad. Se trata de sencillez, privacidad e intimidad. Se trata de volver a ser uno mismo, de volver a ser humanos. No hay que volver a mandar cartas, usar telégrafos o movernos a pie, porque no se trata de ser anticuados, sino capaces de vivir en un mundo moderno y actualizado sin dejar nuestra naturaleza atrás, una que nos llama a vivir frente a frente. Usa la tecnología sin dejar que te quite tiempo, usa tu celular para ser más productivo, ve una película con alguien más, manda un mensaje, habla por teléfono y ten una video llamada.  Conviértete en un usuario diferente, no consumista ni ignorante.  Atrévete a ser de los pocos que se reconocen en su perfil y no han tenido miedo de ser ellos mismos.  Porque en lugar de ser tragados por el hoyo negro de la ignorancia, se han encargado de ser la mejor versión de ellos mismos. 

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