Siempre los años. Siempre el amor. Siempre las horas…

Criterios Ingo E. Kobe

En la vida de las personas siempre hay situaciones memorables que se quedan en nuestra memoria y que nos generan sentimientos en momentos inesperados y por consiguiente, inexplicables. Emociones generadas a través de una conversación, un libro, una película o una canción que llegan para quedarse y no abandonarnos jamás. 

A muy corta edad, pude descubrir el maravilloso mundo de los libros y las películas gracias a Patricia. Me llamaba poderosamente la atención el verla siempre con un libro al lado de su cama y leyendo como parte de su rutina diaria. Bien dicen que cuando somos niños, aprendemos con el ejemplo y por imitación. Empezamos una dinámica que incluía ir al cine a ver alguna película previamente elegida por ella, por mi hermano o por mí (reproches y memorias incluidas hasta la fecha) para posteriormente ir a alguna tienda donde vendían libros y revistas a escoger alguno y si la situación lo ameritaba, salir con una nueva aventura en manos. 

Con apenas 15 años en una de estas ocasiones, Patricia y yo no podíamos decidir qué película ver. Llegamos a la taquilla del cine y dejándonos llevar por el maravilloso elenco entramos a ver “Las Horas”. Una imagen en la que puedes ver a Meryl Streep, Nicole Kidman y Julianne Moore, donde juntas hablan más que mil palabras. Pocas veces recuerdo haber sentido y apreciado una película como esta. Salimos y no podía sacarme de la cabeza las tres historias principales y la manera en la que estaban contadas. Me sorprendió el desenlace y la magistral forma en la que las tres mujeres que sostienen la trama se unen en algún punto. Me obsesioné a tal grado que no paré hasta conseguir la novela en la que está basada esta película e incluso hasta el día de hoy sigo descubriendo obras de este mismo autor (Michael Cunningham) que, si bien me han gustado, nunca han logrado igualar el sentimiento conseguido por “Las Horas”. 

Tres personajes principales en diferentes tiempos y con diferentes circunstancias de vida. Clarisa Vaughan en el que sería el equivalente a nuestro mundo actual y quien necesita escoger unas flores para una fiesta que dará por la noche. Laura Brown, a inicios de los años 50 dispuesta a celebrar el cumpleaños de su marido intentando al lado de su pequeño hijo, hacer algo especial para dicha ocasión. Virginia Woolf a inicio de los años 20 quien sufre frecuentes cambios de ánimo y está dispuesta a escribir una nueva historia a pesar de las voces internas que aparentemente no la dejan en paz. Con unas actuaciones impresionantes y unos personajes que se tornan memorables, acompañamos a estas tres mujeres a lo largo de momentos cruciales en sus vidas. Aparentemente con nada o muy poco en común, descubrimos y enlazamos momentos para sorprendernos con las conexiones que se pueden llegar a tener con los demás.  

Empezaría entonces mi viaje a través de relatos e historias de la que es una de mis autoras favoritas Virginia Woolf. Recuerdo devorar sus libros una y otra vez investigando el contexto literario y el momento histórico en el que fueron escritas. Muchas veces en mi mente adolescente no entendía del todo este lenguaje tan descriptivo, pero siempre me sentía hipnotizado para continuar descubriendo más sobre ella. En “Las Horas” el libro que unía a los personajes era “La Señora Dalloway, hasta la fecha uno de mis imperdibles y tal vez de los pocos con los que cuento con varias ediciones.  

No se puede hablar de esta película sin mencionar la impresionante banda sonora creada por Philip Glass y Nick Ingman. Es uno de esos casos en los que la música es un personaje más dentro del filme. Hasta la fecha uno de mis soundtracks favoritos. Diferentes melodías en las que predomina el piano y que nos transmite ese sentimiento de nostalgia que nos deja el filme. 

Si por alguna razón no han tenido oportunidad de ver esta película, leer la novela o escuchar la banda sonora les recomiendo ampliamente que lo hagan. Una historia que se logra mantener vigente y que estoy seguro seguirá tocando de alguna manera u otra a diferentes generaciones.  

Agradezco de manera especial a Patricia por despertar en mí un interés en los libros, el cine y la música. Sin este primer contacto, probablemente no sería la persona que soy hoy por hoy y tal vez no estaría escribiendo esta columna hablando acerca de lo que más disfruto. 

“Siempre los años. Siempre el amor. Siempre las horas…” 

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