Fase terminal

Criterios Martha Vargas Vázquez

Prepararse para morir…

El tema de la muerte es multifacético que afecta en un momento u otro a todos los seres humanos. En nuestra sociedad es un tema difícil de tratar, generalmente lo evadimos o lo reprimimos. Tenemos miedo de hablar de él. Dejar a un lado el tema de la muerte en nuestras vidas es similar a no aceptar un hecho innegable que a todos nos sucederá. Algún día, estaré frente a mi propia muerte o ante la muerte  de mis seres queridos. Prepararnos para la muerte es allanar nuestro camino.

La Tanatología  estudia las medidas para disminuir el sufrimiento físico y psicológico de los enfermos terminales así como las emociones de dolor, culpa y pérdida que sufren los familiares. Por lo tanto el estudio de la Tanatología nos permite:

-Reflexionar acerca de la muerte, el dolor y las pérdidas.

-Trabajar la enfermedad y el propio proceso de muerte.

-Trabajar los procesos de duelo por pérdidas.

-Aceptar nuestra muerte y aprender a trabajar la muerte de los seres queridos.

-Contar con conocimientos para ofrecer una adecuada contención a los moribundos.

-Encontrar un sentido a la vida desde lo cotidiano.

Prepararse para morir significa a menudo terminar el trabajo de toda la vida, dejar bien arreglados los asuntos con la familia y amigos, y hacer las paces con lo inevitable. Para muchas personas en fase terminal y sus familiares son importantes las cuestiones de orden espiritual y religioso. El servicio religioso forma parte del equipo terapéutico en algunos hospitales y centros de cuidados paliativos, y los proveedores profesionales de atención médica pueden facilitar al afectado y a sus familiares una ayuda espiritual apropiada si ellos no disponen de un sacerdote, un pastor u otro consejero espiritual. También es necesario un acompañamiento profesional para ayudar a partir tranquilo al enfermo y preparar a la familia para el momento de la pérdida, aquí es donde entran los Tanatólogos.

Creo que si pudiéramos enumerar por mayor grado de dificultad un duelo, estaría en primer lugar el de la pérdida de la salud y que va a llevar a la pérdida de la vida. Es muy difícil aceptar que uno va a fallecer, que vas a dejar todo lo que tienes y te preguntas qué va a ser de tu familia y seres queridos más cercanos. Se debe de trabajar mucho para la aceptación del enfermo de la situación que está viviendo. Pero también es un trabajo profundo preparar a los familiares y amigos en el acompañamiento del enfermo.

Toda persona que se encuentra en esta etapa de sufrir una enfermedad y saber que no hay regreso debe de:  

-Sentirse reconfortados con la ayuda de familiares, pareja, amigos, sacerdotes, guías espirituales y tanatólogos

-El duelo suele pasar progresivamente por estos cinco estadios emocionales: negación, rabia, negociación, depresión y aceptación.

Ante la perspectiva de morir surgen preguntas acerca del origen y el significado de la vida y las razones por las cuales se sufre y se muere. No hay respuestas fáciles a estas preguntas existenciales. Ante la necesidad de respuestas, las personas con una enfermedad grave y sus familiares pueden recurrir a la religión, a otros parientes, asesores, amigos, o a la ciencia y con Tanatólogos. Pueden hablar y participar en actos religiosos o familiares, o tomar parte en actividades que tengan un significado para ellos. El antídoto más eficaz contra la desesperación es sentirse querido por otra persona la cercanía de sus seres amados. Los diagnósticos médicos y los tratamientos no deben impedir preocuparse por las cuestiones de mayor significación ni hacer olvidar la importancia de las relaciones humanas.

El duelo es un proceso normal que suele empezar ante el pronóstico de muerte. Según Elisabeth Kübler-Ross, madre de la Tanatología, pionera  en los estudios sobre la muerte y la agonía, las personas en fase terminal suelen pasar por los siguientes cinco estadios emocionales:

-Negación

-Ira

-Negociación

-Depresión

-Aceptación

Estas etapas se experimentan generalmente más o menos en orden secuencial  no son lineales. Sin embargo, pueden darse en cualquier orden.

En la fase de negación las personas pueden actuar, hablar o pensar como si el pronóstico no fuera mortal. La negación suele ser una respuesta temporal para sobrellevar el miedo ante la pérdida de capacidades, la separación de sus seres queridos, la incertidumbre del futuro y el sufrimiento. Hablar con un médico o con otros profesionales de la salud puede ayudar a la persona moribunda a comprender que la situación estará bajo control y que tendrán el bienestar y el consuelo necesarios. La rabia o ira puede manifestarse como resistencia a la injusticia: ¿Por qué yo? La negociación puede ser una especie de razonamiento con la muerte, mirando de conseguir algo más de tiempo. Cuando la persona en fase terminal se da cuenta de que la negociación y otras estrategias no sirven de nada, pueden caer en un estado de depresión. La aceptación, descrita a menudo como enfrentamiento a lo inevitable, puede aparecer después de conversaciones con la familia, los amigos y Tanatólogos.

La muerte nos enfrenta hacia lo desconocido, la muerte es una posibilidad permanente de que todas las demás posibilidades se convertirán en imposibles, porque tanto sueños como temores habrán desaparecido (Cfr. Surya Das). La muerte nos enfrenta con nosotros mismos, nos hace mirarnos al espejo y preguntarnos ¿realmente, sé quién soy? Y la muerte del otro, del otro a quien amamos, nos hace experimentar en  palabras de San Juan de la Cruz,  “la noche oscura del alma “, donde la esperanza se desvanece. Sin embargo, por difícil que pueda parecer, en esa noche oscura del alma o en el “hielo de la soledad” (Cfr. Martin Buber), tenemos dos opciones, perdernos irremediablemente o, poder encontrarnos y sentirnos más plenos; por lo tanto, la muerte nos invita a disfrutar de la vida, y nos enseña que sólo somos dueños de nuestro presente.

La muerte nos toca a todos, nos confronta y nos afrenta: no sólo muere el otro, sino también yo moriré (Fuente: J. Pourrois. Filosofía existencialista y muerte). Y eso implica preguntarnos si estamos dispuesto a aceptar que la vida fluye en constante cambio, puesto que nada se detiene, que aún y cuando nuestro dolor sea grande, podemos vivir esta experiencia como una lección de amor que nos permitirá llegar a ser más comprensivos con el otro, con el que sufre. De ahí la necesidad de desarrollar nuestra consistencia interna, que se convertirá en nuestro mayor sostén durante los momentos de crisis

Enfrentarse a la muerte es un proceso muy duro, con altibajos emocionales. No obstante, para la mayoría de las personas, es un periodo de acceso a una nueva comprensión y a un crecimiento personal. El hecho de enfrentarse a las heridas del pasado, el restablecimiento de las relaciones y el hecho de preocuparse por los seres queridos permite que las personas moribundas y sus familiares alcancen a menudo una profunda tranquilidad interior.

Insistir, persistir, resistir. Y nunca desistir.

Página en FB www.facebook.com/tanatologiaadiosalduelo

Instagram @marthatanatologa