Ya está aquí la temporada grande de Puebla, bueno, una de tantas. Quizás históricamente la fiesta grande es el 5 de mayo, conmemorando la gesta heroica de 1862, pero gastronómicamente esa fecha no está marcada por un plato emblemático, no tiene el pan de muerto de noviembre, o el mole de caderas tradicional de Tehuacán, y claro, no tiene tampoco el rey de la cocina barroca Poblana El Chile en Nogada.
Y siendo que nuevamente nos encontramos en la mejor época gastronómica de Puebla, la que es ansiada por infinidad de poblanos y visitantes a la ciudad, es importante el recordar la leyenda que da origen a dicho suceso y las leyendas hermanas que tienen elementos en común:
Recordemos esa romántica historia que narra las hermanas Agustinas del convento de Santa Mónica fueron las encargadas de “crear” un plato para celebrar el Santo de Agustín de Iturbide el 28 de Agosto, y aprovechando que se celebraría el triunfo del ejército Trigarante, necesitaban un plato para celebrar ese hecho histórico.
Ahora, también se tiene la leyenda sobre la creación del Mole Poblano en el convento Dominico de Santa Rosa de Lima, leyenda que involucra a una hermana a la que le fue encomendada la labor de crear un plato con los ingredientes que tenían en la cocina, así la creatividad de la encargada combinó chiles, tortilla, canela, chocolate, canela y demás ingredientes para crear este famoso platillo, una versión de la leyenda cuenta que la hermana autora del mole había tomado un voto de silencio por lo cual mientras creaba la pasta otra hermana le preguntó que hacía y ella contestó “Mole” en vez de moler ya que había pasado tanto tiempo sin hablar que para ese momento tenía un trastorno de lenguaje.
Igualmente, afamado fue el convento ubicado en la 6 oriente casi esquina con 2 norte, el Convento de las Hermanas Clarisas, dedicadas a seguir la Regla de Santa Clara de Asís, famoso por la creación de los dulces elaborados a base de camote. A quienes se les atribuye la concepción y elaboración de todos nuestros dulces poblanos que hasta el día de hoy se comercializan en las diversas dulcerías de la 6 oriente. Rumorado también como hogar del rompope, bebida a base de huevo y ron con un distintivo dulce sabor y color.
Como ven, la historia de la gastronomía Poblana va de la mano con la historia de las órdenes religiosas de Puebla, hecho que sigue vigente hasta el día de hoy.
Día a día, las Hermanas Capuchinas (de la Orden Clarisa) abren su puerta ubicada junto al templo del “Niño Cieguito” (16 de Septiembre y 9 oriente) para vender los productos que elaboran en el convento como pan dulce, rompope, obleas y los fines de semana tienen tamales y atole.
De igual manera, las Hermanas del convento de San Gerónimo, ubicadas en el número 202 de la 7 oriente, quienes de manera diaria venden artículos religiosos, chiles en nogada en esta época y para la fiesta de la Candelaria (celebrada el 2 de febrero) cuentan con tamales.
Así mismo las Hermanas Clarisas, ahora ubicadas en la 4 oriente 406 cuentan con tortitas de Santa Clara, jamoncillo, ates, y dulces poblanos, siguiendo la tradición que da nombre a los famosos dulces poblanos originados en ese convento.
Elusivamente, las Hermanas pertenecientes a la orden Dominica elaboran un rico pan relleno de mermelada de guayaba o mermelada de manzana, son elusivas porque no es común verlas o encontrarlas, usualmente vendían sus productos en las ferias patronales así que era cuestión de suerte encontrarlas y aún más suerte el que las mismas tuvieran producto todavía.
Sin duda, hay más órdenes que tienen venta de productos en ubicaciones como Xilotzingo, Angelópolis, Analco, San Francisco y más, que de manera continua venden productos especiales que podemos degustar, apreciando el arduo trabajo y la historia que conllevan.
@JimboRomano