Por: Redacción Criterio Diario / Foto: Twitter @complicefm
Hace poco más de dos semanas, luego de años de guerra, los talibanes tomaron el control de Kabul, la capital de Afganistán. Debido a este acontecimiento, el Presidente afgano Ashraf Ghani huyó del país, Estados Unidos retiró sus tropas y miles de afganos comenzaron a tratar de abandonar su patria y buscar refugio en otros países.
Sin embargo, existe una provincia que se interpone en el camino de los talibanes en su total control de la nación. Se trata del valle de Panjshir, ubicado en el norte de Kabul. Esta es la última zona del país que no se encuentra controlada por los talibanes.
En este valle, cuna de personalidades opositoras que se encuentran listas para iniciar una resistencia armada, se encuentran miembros del gobierno derrocado como el vicepresidente Amrullah Saleh, quien se declaró el presidente legítimo del país luego de la salida Ashraf Ghani, el ministro de Defensa, el general Bismillah Mohammadi y Ahmad Massoud, hijo del jefe asesinado de la Alianza del Norte, Ahmad Shah Massoud, rostro de la resistencia contra los talibanes.
En un artículo de opinión publicado en el Washington Post el pasado 18 de agosto, Massoud, educado en el Reino Unido, escribió que sus combatientes estaban “preparados para enfrentarse una vez más a los talibanes”. También comentó que “el Talibán no es un problema exclusivo del pueblo afgano. Bajo el control de los talibanes, Afganistán se convertirá sin duda en la zona cero del terrorismo islamista radical: aquí se volverán a urdir conspiraciones contra las democracias”.
A pesar de su disposición y determinación de oponerse a los talibanes, Massoud expresó su preocupación respecto al movimiento, pues afirma que sus reservas de armas y municiones se agotarán a menos que “a menos que nuestros amigos en Occidente puedan encontrar una manera de abastecernos sin demora”.
Massoud está actualmente en conversaciones con los talibanes, que han enviado a combatientes alrededor de su bastión en la provincia de Panjshir.
