Un cadáver y dos muertos

Criterios Martha Vargas Vázquez

Si tú no estás, no soy feliz  

Cuando perdemos a alguien la primera reacción es pensar que no podremos seguir viviendo sin esa persona, la vida se nos viene encima y no sabemos cómo reaccionar ante esa pérdida. Pasamos por las fases del duelo con el corazón en carne viva.

Al morir alguien se pierde el sentido de vida; es entrar en un dolor que no encontramos como salir de él. Es decirnos ¿Cómo voy a ser feliz si tú no estás? y esto es normal, lo que uno pierde es el 100% del dolor que se está sintiendo. Sólo quien está en su duelo sabe cuánto duele o que es lo que siente. Pero se debe de buscar ayuda para no quedarse inmerso en ese dolor y vivir como si estuviera uno muerto. De ahí el título del artículo, si ya tenemos una perdida no podemos nosotros permitir el perdernos, por nosotros mismos y por la gente que está a nuestro alrededor viviendo y conviviendo con nosotros.

Debemos llorar y sacar ese sentimiento que muchas veces se reprime por el hecho de que la gente nos dice “no llores”, “déjalo descansar”, “no lo dejas ir”. Esto no es así, debes sacar el dolor ya sea llorando o platicando porque de lo contrarios podemos enfermar físicamente. Debemos pasar cada etapa de nuestro duelo, pero no a solas, el compartir nuestro dolor ayuda a que sea menos difícil el camino del duelo y lleguemos a buen puerto sin esa sensación de soledad que nos deja la partida de nuestro ser querido.

Pero si tú no puedes vivir sin esa persona, eso ya no es amor es codependencia y esto no es sano. Debemos aprender a vivir sin esa persona especial, diciendo ¡Qué gran fortuna fue tenerla! y agradecer el tiempo que la tuvimos a nuestro lado.

 Tenemos el compromiso con esa persona que trascendió de ser felices y retomar nuestra vida como él o ella hubiera querido

Dios es el alfarero que te moldea y restaura hasta el final de la vida.

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