Huellas en el cielo

Criterios Martha Vargas Vázquez

Decir adiós a nuestra mascota también duele…

Los animales nos dan siempre un amor incondicional y por eso al poco tiempo de que lleguen a casa se convierten en un miembro más de la familia. Quien ha pasado por la pérdida de una mascota sabe el dolor que supone esta situación. No es fácil asumir que nuestro querido amigo ya no volverá, como tampoco volverán los infinitos momentos de alegría y cariño que nos regalaba cada día. Muchas personas no entienden que haya quien sufre por la muerte de un animal, pero quien lo haya vivido conoce el sabor amargo de esta pérdida y la mezcla de sentimientos que puede generarnos.

La muerte de nuestra mascota es uno de los momentos más tristes y difíciles, a veces puede ser más esperado o más repentino, pero en cualquier caso nuestra mente pasa por un duelo similar al que atravesamos con la pérdida de un ser querido. Y es que las mascotas pasan a formar parte de nuestra vida y se convierten en uno más de la familia.

Y no somos los únicos que nos sentimos tristes y doloridos. Si la mascota fallecida viviera con otro compañero de juegos, éste puede apenarse y llegar a tener incluso depresión.

Las diferentes fases por las que se pasan durante un proceso de duelo por la pérdida de una mascota son:

1. Fase de negación

La muerte de la mascota es un golpe tan duro que la primera reacción es la negación de que esto haya sucedido y que tu mejor amigo ya no vaya a volver nunca más.

2. Fase de protesta o de ira

Una vez se ha superado la fase del “no” la impotencia y la frustración de no poder hacer nada contra la muerte se transforma en un sentimiento de rabia o ira, se buscan explicaciones o incluso culpables de por qué ha tenido que suceder esa desgracia.

3. Fase de negociación

Intentamos dialogar con nosotros mismos, buscando una explicación y preguntándonos si pudimos hacer algo por evitarlo.

4. Fase de depresión

Después de intentar entender la situación y buscar explicaciones, llega el momento de la realidad, el darse cuenta de que realmente no está ya con nosotros y no va a volver, dejándonos un gran vacío. Es la etapa transitoria del dolor.

5. Fase de aceptación

Llega el momento de aceptar la muerte de nuestra mascota y poco a poco ir adaptándonos a la nueva vida sin ella.

Superar el duelo no quiere decir olvidarnos de nuestra mascota. Ella siempre tendrá un espacio en nuestro recuerdo y en nuestro corazón. Simplemente quiere decir que se ha superado la etapa de máximo dolor, un sufrimiento que hace que muchas personas no quieran volver a tener mascota para no atravesar ese duro momento, mientras otras con el tiempo deciden introducir una nueva mascota en el hogar para llenar esa pérdida.

Recuerda que cada mascota es única e irrepetible y no debemos tratar de sustituirla por otra, sino aceptar que cada una llenará nuestra vida de una forma diferente. Muchos dueños consideran que tener un nuevo animal sería serle infiel a la mascota fallecida.

Otro sentimiento que suele presentarse es la culpa, y se debe a que muchas personas se sienten responsables de la situación. Es injustificado y esto sólo hace que la lucha se haga más complicada, ya que no lo somos por ejemplo, de la enfermedad que ha padecido nuestra mascota. También injustificado es el enfado que podemos expresar con el veterinario que no ha podido salvarle o con nosotros mismos si vemos que nuestro animal ha enfermado a pesar de que hemos intentado por todos los medios darle siempre los mejores cuidados. Un momento difícil que muchas veces nos toca vivir es: “dormir a nuestra mascota”. Es tomar la decisión de permitir que parta sin dolor y de manera que ya no sufra más. Es de las decisiones más difíciles de tomar, pero también es la muestra de amor más pura que puede tener un ser humano para con una mascota.

Y, por último, el sentimiento de la tristeza que tendremos que saber asumir para que no nos consuma. No obstante, el siguiente estadio siempre será la aceptación y con ella llegará el recuerdo de lo que fueron grandes momentos con nuestra mascota. Y lo más importante es que siempre estará en nuestros corazones. Y una tradición que se maneja que la mascota que tuvimos en vida será nuestra compañera cuando nos toque trascender y la encontraremos al final de arcoíris.

No solo se pierde una mascota, se pierde un gran amigo.

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