En el pleno corazón de la ciudad se encuentran los edificios más emblemáticos de la misma, el Palacio Municipal, la Casa del Alfeñique, la Casa de los Muñecos, entre muchos más que seguramente llenarían páginas y páginas (también puede ser que despierten un debate, ya que para algunos habrá emblemáticos y otros no lo considerarán así). Así que muchas veces, cuando vemos caer una de las casonas del centro por falta de mantenimiento, se siente un poco de pena por perder uno de los espacios históricos del mismo.
Así en el corazón de la ciudad, a un costado del famosísimo templo de Santo Domingo (mismo que alberga a la Capilla del Rosario) y que en el origen de la ciudad se ocupó para ser la huerta de cultivo de la Orden de Predicadores (Dominicos), quienes dejaron el predio.
Así en el año de 1913, el día 5 de mayo (como consta en la placa que se ubica en el sitio) se inauguró el mercado, siendo Gobernador “Juan B. Carrasco” y construido por la Compañía Bancaria de Fomento y Bienes Raíces de México S.A. Al ser un edificio que fue edificado al principios del siglo XX, se tiene una gran influencia Francesa, esto debido a la gran admiración que tenía el Presidente Díaz hacia la arquitectura del país Europeo, estructuras de metal que evocan un poco a las que forman parte del edificio que ocuparon las antiguas Fábricas de Francia en la esquina de la 2 Norte y 2 Oriente, así como elegantes escudos de la Ciudad tallados o el bello reloj que se encuentra en la entrada de la 3 norte.


En este punto convergían los productos de la región, vendiéndose en el mismo, frutas, verduras, carnes, pescados, mariscos y flores. Quizás a muchos de nosotros nos han contado como en el lo una de las estructuras que sobreviven a los cambios que se le han hecho al recinto, el kiosko, se colocaban las vendedoras de flores, y ahí el mismo se adornaba de colores y olores para proporcionar a los patrones las maravillas que producía la región.

Manteniéndose vigente hasta 1986, cuando por decisión del gobierno municipal, el mercado fue cerrado y sus locatarios reubicados en diferentes puntos de la capital.
Aquí es donde la historia del mercado trató de tomar un punto diferente, al ser abandonado fue entregado en comodato a una fundación, con la promesa de convertirlo en un punto de encuentro cultural para los poblanos, plan que falló y regresó a ser un centro de comercio, en el cual los Poblanos siguen encontrándose para comprar diferentes artículos.
También es un lugar de tradición ya que tanto sobre la entrada de la calle 5 de Mayo, como en los locales que se encuentran dando a las calles 4 poniente, 3 norte y 8 poniente encontramos las casas que se dedican a la venta de vestidos de primera comunión, en donde las mamás buscan también los guantes para los niños que participarán en las escoltas y en temporada también comercializan vestidos para imágenes religiosas.
Bien dicen que el agua tiene memoria y que siempre regresa a su cauce, así el comercio que siempre busca regresar a donde le llaman, alrededor de dicho espacio siempre encontraremos ambulantes que buscan la oportunidad de vender su mercancía, tratándole de ganar a la autoridad que lucha por quitarlos y ellos que luchan por mantenerse.
Aún así, es un espacio que mantiene el comercio de Puebla vivo, en un edificio de gran belleza y gran historia, que sigue siendo vigente en la vida colectiva de los Poblanos.
