Una cepa de origen francés con nacionalidad chilena

Criterios Laura Góngora

El vino lava nuestras inquietudes,

enjuaga el alma hasta el fondo y

asegura la curación de la tristeza

Lucio Anneo Séneca

Después de varias semanas de ausencia, te saludo querido lector y retomando la serie “hablemos de uvas” he elegido el día de hoy una cepa que, así como yo salió de escena, solo que ella lo hizo por varias décadas.

Para comenzar esta historia y previo a descubrir a nuestra uva invitada, me remonto al año 1860 cuando el oídium (una plaga) declaro la guerra a la viticultura europea, a ella se le sumo el mildiu, ambas, pese a ser peligrosas pueden ser perfectamente controladas por los viticultores, sin embargo, cuando estos se creían victoriosos llego a dar el tiro de gracia en 1863 la Filoxera, un insecto americano introducido a Europa por falta de conocimiento en el transporte de plantas.

Este bicho se alimenta de las raíces de la Vitis y casi logra acabar con la viticultura del mundo. Sintámonos entonces afortunados que no sucediera así y que hoy podamos seguir disfrutando de nuestra bebida favorita.

Muchos países fueron severamente afectados por la Filoxera, quizá el más devastado fue Francia, que logro salvar su tradición vinícola gracias a España, pero esa es otra historia.

Algunas cepas desaparecieron por completo, entre ellas una variedad bordelesa que debe su nombre al color carmín que toman sus hojas durante el invierno, hablo de la Carmenere, la cual fue aniquilada por la filoxera y se creía totalmente extinta hasta que 100 años después como el ave fénix, resurgió. Quizá esto ya te parezca curioso, pero ¿qué te parecería si te digo que lo hizo a 11702 KM de su natal burdeos?

Chile, el paraíso para la viticultura es en la actualidad el hogar de la Carmenere, suena increíble, pero te lo explico un poco mejor.

A mediados del siglo XX empiezan las primeras importaciones de uvas de Burdeos para Chile. Durante la crisis de la Filoxera Chile fue el único país que no se vio afectado por la plaga gracias a las barreras naturales que lo delimitan haciendo físicamente imposible que una plaga extranjera pueda llegar a sus viñedos.

Al norte tenemos el desierto del Atacama, el mas árido del mundo, ni una plaga quiere estar ahí. Al este nos topamos con la majestuosa cordillera de los Andes, demasiada altura, imposible cruzarla por un bicho microscópico. Al oeste tenemos el océano pacífico y la cordillera de la costa, esta de mas explicar porque no podría pasar y al sur tenemos parte de la Patagonia chilena, demasiado frio. Gracias a este blindaje natural es que los vinos chilenos logran una expansión imparable durante los años 90 cuando muchos países sufrían escases de vino, esto significo una oportunidad imperdible para Chile y claro que si la supo aprovechar coronándose hoy como el principal país productor de vino.

La carmenere paso desapercibida muchos años, siendo confundida con Merlot hasta que en 1994 Jean Michel Boursiquot mostró el error, desde ese momento chile se ha especializado en el cultivo de esta uva y aunque aún no es la más plantada en dicho país, la intención es que sea su insignia nacional siendo el único país donde después de varias décadas volvió a dar la cara.

Es una cepa compleja, de madurez tardía, bajos rendimientos, tendencia a producir más hojas que racimos, provoca que muchos vinos mal añejados en la viña presenten aromas vegetales asociados al pimentón verde.

Cuando se le trata con cuidado, los gustos vegetales se transforman en aromas a frutas rojas frescas, hierbas y chocolate negro junto a taninos suaves y una baja acidez que acentúa su carácter dulce

Seguramente ya habrías escuchado este varietal, pero te recomiendo probar un carmenere de la región de Valle del Maipo en Chile.

¡Disfruten un buen vino este fin de semana!