Por: Redacción Criterio Diario / Foto Twitter: @_NOALCOMUNISMO
Tras las protestas por la dura política de “tolerancia cero” al COVID-19, las autoridades tuvieron que eliminar una de las últimas barreras que China estaba aplicando para controlar la pandemia.
China reabrió sus fronteras al mundo, algo que se esperaba desde hace tres años, cuando el gobierno se autoaisló como medida para evitar la propagación.
En marzo del 2020, el gobierno de China impuso dicha cuarentena a toda persona extranjera que llegaba al país, medida que impidió a personas residentes en el extranjero visitar a sus familiares, así como a los chinos viajar a otros países.
Con el anuncio de la eliminación de la cuarentena obligatoria, la población de China hizo explotar los servicios de las aerolíneas; se ha detectado la compra masiva de viajes al extranjero e, incluso, los viajes para llegar a China aun cuando en el país asiático los casos de COVID-19 han aumentado considerablemente, siendo considerado el peor brote hasta la fecha.
Previo a la pandemia, el flujo de turistas de China a otros países representaba la movilización de más de 280 mil millones de dólares. Alcanzar tales niveles, según especialistas, tomará meses o quizás años. Debido al incremento de casos COVID en China, algunos gobiernos han implementado restricciones para los viajeros procedentes del país asiático. No impiden su arribo, pero sí piden, mínimo, una prueba negativa.
China es el último país en el mundo en reabrir sus fronteras tras el surgimiento de la pandemia del COVID-19. Se espera que con la desaparición de la medida, no sólo se incremente el flujo de viajes turísticos, sino que haya una reanudación de prácticas comerciales y empresariales.