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Pensar el futuro

Criterios Estefanía Chávez Huerta

Definitivamente el mundo está cambiando. Las aspiraciones, expectativas, creencias y todo lo que queramos enlistar que esté cobrando vigencia en la actualidad difieren de forma importante de las cosas que teníamos en la mente, me atrevería decir, hace unas cuantas décadas. “21 lecciones para el siglo XXI” de Yuval Noah Harari es uno de los libros que me hicieron entender un poquito más sobre el camino que estamos recorriendo, incluso sin darnos cuenta.

De acuerdo con el autor, el mundo actual se va a enfrentar –o se está enfrentando ya- a tres principales problemas que, por sí mismos, ya son un reto muy grande, pero que además, las soluciones que se intenten encontrar deberán ser bastante novedosas, si lo comparamos con el recorrido que hemos tenido a lo largo de nuestro habitar en la tierra.

En primer lugar, y sin resultar sorprendente, está la crisis climática; en segundo lugar, hacia dónde orientar los avances tecnológicos; y en tercer lugar, la amenaza nuclear. La selección de estos problemas tiene que ver principalmente con su dimensión global. Ninguno puede ser resuelto dentro de los límites de un estado o un país en específico, requieren de cooperación internacional forzosa. Al final las emisiones contaminantes estadounidenses y chinas, por ejemplo, terminan por impactar las condiciones de vida de Sudáfrica.

En cuanto a los avances tecnológicos, definitivamente nos estamos enfrentando a una realidad completamente nueva en el que la Inteligencia Artificial y la biotecnología están cambiando la manera en la que nos relacionamos con el mundo, y también entre nosotros y con nosotros mismos. Hasta ahora, el liderazgo lo llevan las empresas tecnológicas pero aún hay muchos asuntos sin resolver. ¿Qué pasa con toda nuestra información en internet? ¿Se va a legislar sobre las inteligencias artificiales? ¿Cómo van a funcionar los vehículos autónomos? ¿Estas decisiones las van a tomar las empresas o los Estados deberían intervenir?

Por último, la amenaza nuclear viene bastante relacionada con los avances tecnológicos. La carrera armamentista no retrocede y definitivamente es cada vez más peligrosa. Las tensiones globales no han desaparecido y no van a desaparecer. La forma en la que hoy se gestionan los conflictos es crucial, ya que con un movimiento equivocado, otra vez podrían desatarse fuerzas insospechadas.

Este es el nuevo mundo que estamos habitando. En ocasiones es difícil reconocer estas nuevas facetas pero si no lo hacemos pronto, cada vez tenemos menos tiempo para reaccionar.