estef

Darnos cuenta de que no somos dueños de nosotros mismos

Criterios Estefanía Chávez Huerta

Llevo un par de días pensando en que si algo agradezco de haber estudiado Ciencias Políticas es la capacidad de hacerme preguntas. Discutiendo con uno de mis amigos sociólogos, lo resumió de una forma distinta y que me parece mucho más atinada: “Darnos cuenta de que no somos dueños de nosotros mismos.” Y es que eso pasa cuando comienzas a preguntarte cosas, sobre todo que tengan que ver con la forma en la tú y tu gente habitan este mundo.

Esto no quiere decir que vayamos por la vida andando como robots pre programados que ya tienen un destino fijo del que no pueden escapar, pero sí que estamos bastante moldeados por el espacio que estamos ocupando. Y con espacio no me refiero exclusivamente a la ciudad o país en los que nacimos, que, de entrada, es un punto de partida súper importante. No me van a negar que es diferente nacer en México, Zambia o Suecia o, en todo caso, nacer en una población alejada de la Ciudad de México. Con el espacio que estamos ocupando también me refiero a nuestras distintas condiciones de existencia: nuestro género, nuestro color de piel, nuestra clase social, etc.

El espacio que estamos ocupando viene cargado de muchas cosas que, en ocasiones, no solemos detenernos a observar. Una serie de prácticas, valores, creencias, ideas y lo que le venga a la mente; y que, así como puede haber cosas de las que sintamos muchísimo orgullo porque de alguna forma moldean nuestra identidad, también venimos cargando con la sombra de todo esto. Formas de ejercer violencias o normalizar ser víctimas de las mismas, interiorizar o ejercer distintas formas de explotación, justificar y legitimar actos de discriminación.

Y es que así es, no somos dueñas ni dueños de nosotros mismos hasta que nos detenemos un momento y comenzamos a observar con atención el lugar en el que estamos parados, las cosas que suceden en el día a día y todo aquello que, a pesar de ser cotidiano, empieza a dejar de gustarnos tanto. Hasta ese momento es cuando podemos empezar a plantearnos que otras formas de existencia son posibles porque, de entrada, empezamos a imaginarlo.