vdevendetta

Día de Muertos: una tradición que casi vence al poder

Articulos Criterios V de Vendetta

El Día de Muertos y específicamente las ofrendas por definición, representan creencias que a ojos de la mayoría de los católicos se consideran paganas, así como el hecho de tener presente que los muertos regresan a convivir con nosotros, comen la comida que les servimos, juegan, disfrutan de sus objetos favoritos en vida, beben alcohol, fuman tabaco y disfrutan el olor del incienso.

Según la tradición, dichas actividades representan los 7 escalones que deben recorrer las almas para descansar en paz. El mole, una guía en el suelo de flores de cempasúchil, el incienso, las velas, los cráneos de azúcar y chocolate, pan que aparenta ser un esqueleto, al mismo tiempo en que se colocan crucifijos representando al dios de los cristianos, son los elementos más representativos, esos que crean uno de los aspectos culturales que mayor identidad nos dan a los mexicanos. Incluso con actividades particulares, en algunos lugares se cena sobre la tumba del difunto, en otros se encienden velas toda la noche sobre un lago, se realizan carnavales o se exhuman a los muertos para que convivan de frente con los vivos.

A la llegada de los conquistadores a México, el Día de Muertos era ya una tradición casi obligada de los nahuas, mexicas, mayas, purépechas y totonacas. La llamada “conquista espiritual” (que fue tan “espiritual” como lo cultural que fue la Revolución de Mao en China) intentó terminar a toda costa con las prácticas propias de las fechas, a través de los mismos medios con los que esclavizaron a los pueblos indígenas, destruyendo ciudades, construyendo edificaciones de templos católicos, como en Cholula, sobre los centros ceremoniales indígenas, utilizando incluso las mismas piedras.

Los frailes intentaron prohibir las celebraciones del Día de Muertos, pues atentaban directamente al catolicismo y a los controles del mismo, contradiciendo la visión que querían imponer a los indígenas de la muerte y el destino de sus almas hacía el cielo o el infierno en función de sus actos en vida.

Sin embargo, las resistencias de los indígenas que continuaron honrando a sus muertos en secreto, no les dejó ninguna otra opción a los conquistadores más que aceptar que sería una tradición que no podrían “matar”, que esta festividad se quedaría para siempre en la cosmovisión de los mexicanos. Una de las fiestas más sincréticas del mundo, que refleja en su totalidad nuestras raíces indígenas y de cierta manera nuestras raíces españolas.

La fiesta que hoy nos da orgullo, es un pequeño triunfo de la resistencia de un pueblo que no lograron conquistar del todo, uno que luchó con todo y contra todo por preservar las tradiciones en las que creían, basadas en la idea de que morir no es dejar de existir.