Un “no” es necesario
Muchos de nosotros no sabemos decir “no” y nos complicamos la vida por tratar de ayudar o apoyar a la gente que amamos o que está a nuestro alrededor. En algún momento leí que el diez por ciento de mis problemas son míos pero el noventa restante es por meterme en lo que no debo.
Siempre estamos listos para resolver los problemas de todos. Pero cuando nosotros tenemos problemas quienes de todos los que hemo ayudado están ahí para ayudarnos. Tampoco nos damos cuenta del desgaste tan grande físico y mental que nos provocamos por estar resolviendo los problemas de los demás y dejando los nuestros para otro momento. Siempre postergamos nuestras cosas por darnos a los demás, hasta nuestro descanso físico para recuperar fuerzas lo dejamos fuera con pocas horas de sueño, comiendo de prisa o de repente hasta sin comer.
No, nos detenemos a pensar cuanto va sostener nuestro cuerpo este camino. Por ese descuido y pasar a segundo plano nosotros mismos, provocamos aparezcan enfermedades que no siempre responden al tratamiento médico. Es que no eran bacterias, ni el metabolismo, ni virus, ni nada que aparezca en los libros de medicina. Es estrés, frustración, angustia. Nadie se dio cuenta ni uno misma, siempre pensando que podríamos con todo, sintiéndonos la más fuerte, que no necesita a nadie que puede con todo y ayudar a todos.
En esa etapa de una calma no permitida, de un abrazo que nunca llegaba, de la demanda de los demás que nunca cesaba, lagrimas que nunca dejamos que nadie viera, se toca fondo. Y empieza el cuerpo a reclamar que no lo atendemos y le damos descanso suficiente, todo por no decir “no”.
Se pasa de ser la loca que tiene crisis injustificadas, a la que todas recomiendan tomar terapia y hasta ir con el psiquiatra. Y hasta que llegas a ese fondo de angustia e impotencia puedes darte cuenta que todo lo das a los demás y a ti nada. Debes darte cuenta que cuando no hay otros brazos, puede uno abrazarse sola. Darte cuenta que el tiempo no tiene que dártelo, tú debes tomarlo. No puedes esperar que alguien más haga lo que tu harías ya que ellos no lo harán. Es ahí donde te das cuenta que los “no” son necesarios muchas veces antes que los “si” terminen con uno. La abnegación puede ser una virtud moral, pero nada tiene que ver con la salud mental cuando estar terminando con la tuya. El sacrificio constante duele, enferma.
Y lo peor no es recompensado ni reconocido por los demás. Lo que una vez haces por devoción lo toman después como una obligación. El dar la vida por los otros, pierdes la tuya. Cuantas veces postergas lo que tienes que hacer para ti por dar tu tiempo a los demás y no te das cuenta que es como un suicidio en cámara lenta. Es morir un poco todos los días por alguien más. Y uno para cuando queda, en qué momento estarás para ti.
El no decir “no” se vuelve un sacrificio, dolor, suicidio, muerte. Ese no es el camino necesitamos salud mental, paz y sobre todo auto cuidarnos para estar bien físicamente y poder si podemos, si queda tiempo darnos a la gente que amamos y que piden ayuda. Es morirse un poco todos los días. De ese camino solo salimos amándonos, sacando el amor propio.
Es más fácil decir “si” que decir “no”, pero nunca imaginamos todo lo que se pierde por no poder pronunciar: “no puedo”, “no quiero”, “no tengo” o simplemente “no”. No podemos seguir desgastándonos y dando a otros lo que no tenemos para nosotros mismos y muchas veces es tiempo ni siquiera cosas materiales. Pero ese tiempo que debemos tener para nosotros se va se pierde por no saber decir la palabra mágica que dará paz a nosotros “no”.
De ese camino solo salimos amándonos, teniendo definido nuestro amor propio, aceptándonos, siendo felices, viviendo la vida para nosotros. Dando con medida sin descuidarnos y si es necesario no dar, pues que no se dé, que cada quien tome su tiempo, su amor propio y lo invierta en sí mismo. Este es el camino