Todos los populistas, de izquierda y derecha, tienen en común saber exactamente el modo de pensar y los anhelos de los que votan. Conocen la real opinión pública dominante, (no la opinión publicada), saben qué decir y cómo decirlo, dominan cómo responder a las críticas de algunos grupos de interés o que descalifican su discurso o historia de vida, y sin importar que, cuando se les cuestiona, no les interesa defenderse realmente de las críticas, sino que sus respuestas continúen comunicando mensajes de interés que retumben en los oídos de las mayorías electorales.
Esto lo entendió perfecto Donald Trump, construyó su imagen de un ultra conservador irreverente que entendía perfectamente las preocupaciones del estadounidense promedio, específicamente las de los latinos que al día de hoy representan el 2do grupo racial mayoritario después de los blancos sobre los afrodescendientes.
Pero Trump no les habló a todos los latinos, sólo a aquellos que tienen derecho a votar, es decir, los que son de 2da o de 3ra generación, que tienen ciudadanía y los mismos derechos que el resto de los estadounidenses y que por ende, no le tienen miedo a las deportaciones, sino que se han adaptado al estilo de vida estadounidense. Es decir, esos latinos cuyos problemas son los mismos que los de cualquier otro ciudadano y a los que convenció con su postura radical y discurso antinmigrante.
Los latinos de 2da y 3ra generación, representan uno de los grupos que más han crecido económicamente, muchos de ellos han logrado emprender y ser dueños de sus negocios y otros, han logrado asistir a la universidad y vivir como profesionistas en Estados Unidos, incluso mejor que la mayoría de los estadounidenses que viven en los estados alejados de las costas, que son (generalizando un poco), los que tienen menores niveles socioeconómicos. Además de éstos, los latinos que emigraron por razones políticas o de violencia como muchos de los que llegaron de Honduras, El Salvador, Venezuela o Cuba tienen una tendencia natural hacia el Partido Republicano debido al contexto del que huyeron.
El discurso de Trump, radical, ignorante, conservador y machista, pero que se presentaba como “sincero”, encontró eco no solo entre los latinos, sino también entre aquellos con menor nivel educativo y en los sectores más empobrecidos. Incluso resultó sorprendente descubrir que un 44% de sus votantes fueron mujeres, quienes, a pesar de las más de 80 acusaciones de delitos sexuales en su contra, decidieron que fuera su presidente.
Trump ganó gracias al voto de miles de latinos que, después de haber alcanzado el sueño americano—ganar dinero y con ello una sensación de libertad—han dejado de lado otros valores que antes eran centrales, o al menos los han puesto en segundo plano. Criterios como la fraternidad, la solidaridad, el humanismo, el compromiso con las causas ambientales, la conciencia social y la responsabilidad histórica han cedido ante las promesas de ambición económica y ante las premisas hegemónicas, populistas e ignorantes que resucitan lemas como el de “América para los americanos”.
P.D. Estimados mexicanos que apoyaron a Trump: Qué vergüenza, por favor manden remesas, pero no regresen y sigan negando que son mexicanos.