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Las creadoras siempre estuvieron aquí

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El arte hecho por mujeres en México no es una invención reciente. Lo que emergió en las décadas pasadas fue su lucha frontal por existir en el relato oficial del arte y ser reconocidas como creadoras.

En México, el arte ha sido muchas cosas: refugio, testigo, celebración… y también campo de disputa. Especialmente para las mujeres, crear ha significado romper silencios, desafiar estructuras y reclamar espacios históricamente negados. A pesar de la riqueza cultural del país (tejida por manos femeninas en cocinas, mercados, talleres y lienzos), el sistema artístico ha replicado las jerarquías patriarcales que aún persisten en otros ámbitos.

Desde los años setenta, con la irrupción del feminismo de la nueva ola, el arte mexicano comenzó a transformarse: no solo en forma, sino en fondo. Artistas como Mónica Mayer, Magali Lara o Maris Bustamante no esperaron invitaciones al canon: lo reescribieron. En sus obras denunciaron la violencia, la maternidad impuesta, el trabajo doméstico invisibilizado, la sexualidad controlada, el cuerpo como campo de disputa. Su lenguaje fue el arte, pero su objetivo fue político: subvertir una cultura que las quería mudas o decorativas.

Pero no confundamos origen con visibilidad. Las mujeres siempre estuvieron creando: bordando, esculpiendo, escribiendo, interpretando, curando. Lo que cambió a partir de los setenta fue la decisión colectiva de no seguir siendo desplazadas. La lucha feminista en el arte no inventó a las creadoras; visibilizó una historia ignorada.

Aún hoy, los museos programan mayoritariamente exposiciones de varones, las estadísticas sobre mujeres en la cultura siguen siendo escasas y la crítica con enfoque de género es todavía una excepción. El problema no es de talento, sino de poder.

Por eso, hablar de arte feminista en México es hablar de una larga lucha: una que no empezó con hashtags ni campañas institucionales, sino con mujeres que, pincel en mano, enfrentaron al sistema desde su alteridad. En tiempos donde el discurso oficial celebra la inclusión, no está de más recordar que las artistas feministas no pidieron permiso. Exigieron lugar.