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Cuando el arte calla, ¿a quién le sirve?

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He escuchado recientemente a varios artistas en entrevistas, algunas de ellas enfocadas casi por completo en lo superficial: su vida privada, sus romances, las colaboraciones en tendencia, sus recientes lanzamientos musicales. Otras entrevistas, sin embargo, se atreven a tocar terrenos más espinosos: preguntas sobre el contexto político, social o cultural, incluso sobre temas urgentes como la violencia, la migración o los derechos humanos.

Y es en estos momentos cuando sucede algo inquietante. Algunos artistas simplemente esquivan el tema con frases vacías. Otros, con cierta honestidad incómoda, se declaran “apolíticos”. Pero ¿es posible realmente ser apolítico cuando se tiene una plataforma pública tan poderosa? ¿Es esto socialmente aceptable? ¿O es, en el fondo, una forma más de reproducir el poder al quedarse en silencio?

Un ejemplo concreto: la crisis migratoria entre México y Estados Unidos, un tema que ha marcado generaciones, familias y comunidades enteras. A pesar de su relevancia, es raro ver que una figura musical del mainstream mexicano se pronuncie al respecto. Y no se trata de exigir que se conviertan en activistas de tiempo completo. Pero sí cabe preguntarse por qué, teniendo tantos espacios mediáticos y tanta influencia, eligen no decir nada.

Quizá vale la pena preguntarnos si esa supuesta neutralidad es realmente neutral. Porque en contextos de desigualdad, de violencia sistemática o de crisis humanitaria, el silencio también toma postura. Como dijo la cantante Chavela Vargas, “No se puede vivir sin tomar partido”. Y aunque se suele decir que “el arte es libre”, también es cierto que ningún discurso es inocente.

Frida Kahlo escribió alguna vez: “La política forma parte de la vida misma”. En ese sentido, pensar que el arte puede deslindarse de lo político es ignorar su propia esencia. Desde el muralismo hasta los corridos, la música mexicana ha sido históricamente una forma de expresar reclamos sociales, dar voz al pueblo o denunciar injusticias.

Entonces, ¿puede un artista ser apolítico? Quizá la mejor respuesta no sea un sí o un no rotundo, sino una invitación a cuestionar qué significa “lo político”. Porque no se trata solo de hablar de partidos o presidentes, sino de tomar postura frente a lo que duele, frente a lo que se repite y oprime. Y en eso, todo arte, y todo artista, está inevitablemente implicado.