Por: Redacción Criterio Diario / Foto X: @VanityFair
La productora y actriz, Diane Keaton muere a los 79 años, dejando un legado que va más allá del cine y sus papeles en cintas como Annie Hall.
“No hay más detalles disponibles por el momento, y su familia ha solicitado privacidad en este momento de profunda tristeza”.
Se desconoce si la actriz tenía alguna enfermedad o condición de salud reciente, pues sus últimos años los vivió alejada de la farándula y poco activa en redes sociales.
No obstante, cuando tenía 25 años padeció bulimia, un trastorno alimenticio del que habló abiertamente en 2014 como uno de los momentos más oscuros de su vida, pues llegaba a consumir hasta 20 mil calorías diarias.
“Era una persona obesa que se engañaba a sí misma y sabía cómo esconderlo. Eso es la bulimia. Durante cuatro años estuve viviendo una mentira y lo único en lo que pensé en esos cuatro años fue en comer. No crecí como ser humano en ese tiempo”.
Diane Hall Keaton nació el 5 de enero de 1946 en Los Ángeles, California. Desde joven mostró interés por la actuación, influenciada por su madre, Dorothy Keaton, quien participó en el concurso de belleza Sra. Los Ángeles.
Después de estudiar en el Santa Ana College y el Orange Coast College, decidió mudarse a Nueva York con apenas 19 años para estudiar actuación. Allí inició su carrera en el teatro, primero como cantante del grupo The Roadrunners y luego como parte del elenco del musical Hair (1968), donde su carisma la llevó a obtener el papel principal.
Fue en Broadway donde conoció al director Woody Allen, quien la eligió para protagonizar junto a él la obra Play It Again, Sam. Esa colaboración marcaría el inicio de una de las duplas más icónicas del cine estadounidense.
El salto a la gran pantalla llegó en 1970 con Lovers and Other Strangers, pero su consagración llegó dos años después con El Padrino (1972), dirigida por Francis Ford Coppola. En ella interpretó a Kay Adams, la novia (y posteriormente esposa) de Michael Corleone, papel que repitió en El Padrino II (1974) y El Padrino III (1990).
Sin embargo, el papel que la catapultó definitivamente fue el de Annie Hall, en la película homónima de Woody Allen (1977). Su interpretación de la excéntrica y entrañable Annie le valió el Oscar a Mejor Actriz y consolidó su lugar como reina de la comedia romántica.
Durante los años 80 y 90, Keaton demostró su versatilidad con cintas como Rojos (1981), dirigida por Warren Beatty, que le otorgó otra nominación al Oscar, y las comedias El padre de la novia (1991) y El club de las primeras esposas (1996), que reafirmaron su talento para conectar con el público de todas las edades.
A lo largo de su carrera, Keaton acumuló un impresionante número de galardones. Además de su Oscar, dos Globos de Oro, un BAFTA y dos premios David di Donatello, entre otros reconocimientos internacionales. En 2017, el American Film Institute (AFI) le otorgó el premio honorífico por toda su trayectoria, destacando su contribución al cine estadounidense.
Más allá de la actuación, también dejó huella como directora y productora. Debutó en la dirección con el corto What Does Dorrie Want? (1982) y el documental Heaven (1987), donde exploró temas filosóficos y existenciales. También dirigió películas como La chica del tambor (1984) y Héroes a la fuerza (1995), consolidándose como una artista integral capaz de moverse entre géneros con naturalidad.
Además, fuera del cine, se interesó por la restauración de casas históricas en Los Ángeles, actividad en la que aplicó su sensibilidad estética y su pasión por la arquitectura.
A pesar de su fama, Diane Keaton siempre mantuvo una vida personal discreta. Fue pareja de figuras reconocidas como Woody Allen, Al Pacino y Warren Beatty, pero nunca se casó. En la madurez decidió ser madre adoptiva de dos hijos, Dexter y Duke, decisión que marcó una nueva etapa en su vida.