Las Herencias de mi abuela

Criterios Jaime A. Romano

26 años han pasado desde la última vez que vi a mi abuela materna, pero como buen mexicano, no ha pasado un día sin que piense en ella. Y es que quizá la mayor parte de los hogares tiene una figura materna que enseña y aprecia a los pequeños del hogar de una manera innimaginable. 

En este hogar, recuerdo que mi abuela fue quien durante los años en los que acudí al preescolar se encargaba de asegurarse que estuviera listo para ir a la escuela, que estuviera con el uniforme completo, peinado, bañado y desayunado. De ella aprendí que las toronjas eran para el desayuno. De ella quizás es de quien heredé mi amor por la cocina, recuerdo que le gustaba pasar tiempo en la cocina. Yo era muy pequeño para haber aprendido de ella, pero quizás por verla tanto tiempo ahí, lo aprendí subconscientemente. 

Ahora, esta columna no se trata de mis recuerdos, sino de hablar como todos los poblanos tenemos las herencias de la abuela en casa, quizás algunas personas tengan la fortuna de heredar buenas joyas por parte de la abuela, otras obtienen los muebles de los abuelos, las vajillas, las casas, quizás las recetas o los abrigos de piel de las abuelas, en otros casos. Aquí en esta casa yo heredé plantas, increíblemente heredé plantas.  

Y aunque no hubo un testamento explícito en el cual se indicara que me tocaban las plantas, desde hace muchos años fui yo quien se adjudicó dos macetas de orquídeas que eran de ella, Sobralia Macrantha es la clase, una orquídea que florea en mayo o junio, de flores de un lila increíble, y que como dicen son “flor de un día” de un botón de unos 6 centímetros de largo florece una hermosa flor con gran aroma.  

Ahora, quizás ustedes se preguntarán, ¿Qué tienen de especial unas flores? Bueno, aparte de ser una herencia de la abuela y quizás tengan unos 50 años de edad, estas flores fueron traidas del municipio natal de ella, en la sierra norte de Puebla, Huauchinango. Huauchinango de Degollado, que es famoso por sus flores, su feria de las flores (donde los floricultores de la región exponen orquideas y azaleas de gran belleza), su rica gastronomía, sus cultivos y su cálida hospitalidad. 

Es así que cada año que nuevamente la planta florece y presenta nuevas y magníficos retoños, me hace no sólo recordar a mi abuela, sino a la belleza de la flora mexicana y más aún, la flora poblana, rica en orquídeas, muchas de ellas endémicas y que hoy en día no solo adornan las casas de Puebla, sino siguen floreciendo en los bosques y zonas verdes de Puebla.  

Siendo una riqueza más del Estado, su flora que va desde las bellas orquídeas, que no solo tienen que ser de ornato, recordemos que la vainilla proviene de una orquídea y que en Puebla se tienen cultivos de la misma; hasta las nochebuenas en diciembre, pasando por las rosas, los cempasúchiles, los estates, alcatraces, gladiolas y más.  

@JimboRomano