Me pone muy contenta y feliz compartir este nuevo espacio con las y los lectores de Criterio Diario, pues hay mucho que quisiera reflexionar con Ustedes; y cuando una escribe y reflexiona acompañada, el mundo se torna otro, más llevadero, surgen las esperanzas y las posibilidades, se comparten los sueños.
Pareciera que ya hay bastantes lugares donde se escribe sobre la “agenda de género”, muchas columnas donde se analiza el contexto terrible que atravesamos las mujeres en la época contemporánea, artículos y tesis que abordan el problema estructural de la violencia de género que se ejerce en contra de las mujeres y niñas, pláticas de café y hasta acalorados debates familiares a favor o en contra del aborto.
Hay un discurso que hace eco en los pasillos de la opinión pública que sostiene que el Estado Mexicano ya suscribió todos los instrumentos y mecanismos internacionales para vivir en igualdad, para que hombres y mujeres tengan los mismos derechos en este país. “¿Qué más quieren las mujeres si ya lograron paridad en las candidaturas?”, “¿qué más pueden pedir las mujeres si ya pueden gobernar igual que los hombres?”, afirman.
Hay que ser cuidadosos y cuidadosas, pues hay mucho marketing vacío y muchos mensajes del “empodérate mujer”, del “fight like a girl”, que lejos de hacernos bien, nos alejan más y más de la posibilidad de hacer un análisis crítico y serio de lo que está ocurriendo en nuestra realidad, en el día a día.
Y para muestra un botón, solo basta googlear “mujer pública” para quitarnos las vendas de los ojos, y darnos cuenta qué es desacatar y desobedecer el mandato de la masculinidad, pues en pleno Siglo XXI sigue siendo una actividad indebida para nosotras, es una ofensa que nos atrevamos a estar en este espacio reservado, configurado y construido por los hombres. Si las mujeres están en las calles, más vale pensar que están buscando un intercambio o arreglo sexual, antes de pensar que su actividad en este espacio es fundamental para ir reconstruyendo acuerdos y consensos sociales más justos e igualitarios, pues claro está que los vigentes no nos han alcanzado y no nos alcanzan para hacer de este mundo un territorio habitable para todos, todas y todes.
Nos hemos quedado en un nivel muy básico de análisis, sin hacer los cuestionamientos de fondo. Es más, les tengo una mala noticia, que haya más mujeres participando en la política y ocupando espacios en los curules de algunos Congresos, o en algunos puestos en mandos medios y directivos, en organizaciones públicas o privadas, no significa que las mujeres tengamos más poder o hayamos adquirido más poder.
En el día a día, en la realidad, y en situaciones concretas (las cifras de los feminicidios, las desapariciones, y los niveles de violencia contra niñas, adolescentes y mujeres), las cosas permanecen casí intocables; convivimos con el discurso machista, que a veces tiene cara de hombre o de mujer, cuerpo de hombre o de mujer, rol de pareja o de compañero o compañera de trabajo, de amigo o amiga.
Solo se requiere detenerse un poquito, ir en cámara lenta, para darse cuenta que toda nuestra realidad está configurada bajo patrones jerárquicos y de desigualdad por motivos de género: el aula, la familia, el lenguaje, las imágenes, las aspiraciones, los juegos, los refranes, los deseo, los sueños, y claro los proyectos individuales y colectivos.
Se trata pues, de ir haciendo con Ustedes reflexiones que tienen que ver con nuestras vidas cotidianas, y que por supuesto son asuntos de corte político. Para no hacer un recuento histórico en este momento, solo quiero recordarles que en la construcción de las instituciones modernas y contemporáneas vigentes hasta nuestros días, la participación exclusiva de los hombres determinó el tipo de sociedad en la que hoy vivimos, con sus claros desequilibrios en la distribución de los recursos y el poder. Dejando fuera la visión de las mujeres y nuestras aspiraciones.
Aunado a lo anterior, la connotación negativa y el desprestigio del concepto “política”, nos ha hecho pensar que esos espacios son ajenos a nuestros intereses, y que eso de “la política” es asunto de “los políticos”; básicamente esto ha significado quedarnos sin las herramientas de acción e incidencia en el campo de lo público. Nada más dañino para nuestras Democracias y la vida democrática de este país.
El “political girl” es una respuesta a ese discurso que históricamente nos ha dejado fuera del proyecto de mundo y sociedad en el que vivimos, y que nos ha dejado fuera de la actividad política para transformar esa realidad. Sin embargo, ¿qué no hay algo más político que sostener toda la empresa de cuidados y de trabajo doméstico que ha dado soporte a la economía del país?, ¿que no es un asunto de interés público el sostenimiento de toda la empresa de la maternidad y del amor, que ha cobrado elevados costos sobre la salud física, sexual y emocional de tantas mujeres?.
El “political girl” es revivir con urgencia la importancia de “lo personal es político”, pues resulta que nuestras vidas son atravesadas por todas las decisiones que se toman en nombre de la colectividad, y que no nos toman en cuenta.
El “political girl” es darle un lugar digno a las niñas, adolescentes y mujeres de este mundo en sus familias, sus relaciones de pareja, en las aulas, en las calles, en las canchas deportivas, en el transporte público, en sus proyectos de presente y de futuro.
El “political girl” es dejar de hacerle caravana a las viejas formas de ejercicio de poder y darle paso a las nuevas, a los nuevos relatos y referentes que se están construyendo.
El “political girl” es reconocer en la famosísima frase de la Barbie “sé lo que quieres ser, sé una Barbie girl” la oportunidad de reivindicar nuestro lugar en el mundo y en la época contemporánea “sé lo que quieres ser, sé una political girl”