La batalla del 5 de mayo de 1862 es uno de los eventos más importantes y simbólicos, y por lo tanto, de los más romantizados para los poblanos y para los emigrantes en Estados Unidos, que han hecho de la fecha su fiesta nacional (finalmente para ellos debe ser complejo racionalizar una celebración de independencia en términos políticos). Sin embargo, en esta historia existen algunos aspectos determinantes, que no sólo tienen que ver con el heroísmo de Ignacio Zaragoza, el Ejército de Oriente y de los indígenas de Zacapoaxtla, sino también con errores del ejército francés y su comandante, el desconocimiento del territorio y el enemigo, así como de su soberbia.
Por una parte, Zaragoza decidió elegir Puebla para la defensa por su geografía, ubicación y por las condiciones de los cerros de Loreto y Guadalupe además de que era un punto en el que dio tiempo de reunir al mayor número de hombres y agrupaciones militares para la defensa, sin embargo representaba un movimiento arriesgadísimo, puesto que implicó permitir el avance de los franceses hasta un paso de la Ciudad de México, cuya toma hubiese obligado a la huida de Juárez de la capital y la derrota de la República,
Para la batalla, Zaragoza determinó colocar a los soldados de la Sierra de Puebla afuera del fuerte de Guadalupe, sin fusiles esperando que el comandante francés, el Conde de Lorencés, no cometiera el gigantesco error que sí cometió: en un acto de soberbia extrema, envió a sus tropas a atacar de frente el Fuerte de Guadalupe, lo que le significó a los soldados franceses subir corriendo el cerro cargando equipo y encontrarse con los zacapoaxtlas, que no se veían desde abajo, quienes los combatieron cuerpo a cuerpo combatiendo con machete contra las bayonetas e hicieron retroceder al ejército francés. Un error gigante de Lorencés y una casualidad afortunada para Zaragoza.
Una vez retrocediendo el ejército francés, abajo los estaban esperando las brigadas de caballería comandadas por Felipe Berriozábal y Porfirio Díaz, quienes se empeñaron en perseguir a los franceses pero Zaragoza no lo permitió, lo que le dio la oportunidad al Imperio de Napoleón Tercero de reorganizarse y lograr finalmente, al menos de inicio ganar la guerra, hasta que años después Lincoln ganó la guerra civil estadounidense y apoyó a Juárez con armas y dinero para expulsar completamente a los franceses.
Sin embargo, en el contexto de la post guerra civil de Reforma y la intervención francesa, el haber vencido al “mejor ejército del mundo” fue una noticia que corrió en todo el país y levanto el espíritu y la moral de los liberales y quienes participaron en la intervención francesa, ayudó a consolidar la idea de Patria y nos hizo creernos capaces de soportar cualquier adversidad que amenace a México.
Zaragoza, en su discurso previo a la batalla del 5 de mayo, les dijo a los soldados mexicanos para subir su moral, ante el mito y la aterrorizante idea de pelear contra el entonces, “mejor ejército del mundo”, que “los libres no reconocen rivales”. Los mexicanos después del 5 de mayo nos la empezamos a creer.