Los narcocorridos y la narco literatura.

Actualidad Angelica Lobato Torres Articulos Criterios

Hay en México una situación muy rara… y le digo rara porque se pone sobre la mesa el tema de los narcocorridos y si deben prohibirse o no; personalmente yo no creo en el hecho de que una canción normalice o haga que alguien ponga unas canciones como su compás moral; si así fuera dios sabe que ya estaría dirigiendo algún tipo de anarquía o todos estaríamos muertos.

No negare que escuchar a mi vecinita de 5 años, a la cual llamo camarada, cantando de perico, mariguana y balazos me perturba bastante, no creo que eso la vaya a convertir en la más grande cabeza del narcotráfico; tampoco voy a negar que conozco a mas de uno que cree podría enfrentarse a cualquier narco o a cualquier policía que lo detenga por ir manejando borracho, pero creo cualquiera de esos se haría pis si en verdad alguien lo encañonara.

Y que decir de uno de los últimos casos en que un cantante de este género se negó a cantar ciertas canciones, ya que el gobierno prohibió que esos temas se cantaran en presentaciones públicas; la gente se indignó y destrozó el escenario y destruyó los instrumentos de músicos que ni de la debían ni la temían, gracias a dios ninguno de esos inútiles traía una pistola y no tomaron demasiado para sentirse el Chapo… y ahí es donde uno entiende a los que están a favor de la prohibición

Pero pensemos en el peor de los escenarios, logran prohibir los corridos, estas canciones que desde la época de la revolución han servido para contar la historia, de boca en boca y con mas detalles de la que nos cuentan los medios formales; en aquellos días esas canciones eran las redes sociales; con el tiempo muchas de esas historias llegaron a los libros, ¿eso podría convertirse en que los libros que hablan del tema, más allá de lo que el gobierno o los medios informativos permiten?

La narcocultura ya está en todas las formas de arte; en la literatura se aborda con crudeza, sátira e incluso cierta fascinación; estas obras, que exploran la vida de los capos, los sicarios, las víctimas y las complejas redes de poder alrededor del tráfico de drogas. Escritores y periodistas han documentado el ascenso de los cárteles, pero fue a finales de los noventa y principios de los dos mil cuando la narcoliteratura se consolidó como un género reconocible, con obras que oscilan entre el realismo descarnado, la crónica periodística y la ficción pura y en muchos casos, muchos creen que por estar en los libros y peor aún en una serie, es verdad; y peor aun prefieren las historias fantásticas en que los que deberían de ser villanos terminan siendo héroes sin consecuencias.

un texto pionero sentó las bases de lo que después se conocería como “literatura del norte”, fue “Diario de un narcotraficante”, de A. Nacaveva que documenta con crudeza la vida en los límites entre México y Estados Unidos, incluyendo la violencia estructural que genera el tráfico de drogas hacia el mayor mercado consumidor del mundo. Se trata de

Lejos de glorificar el narcotráfico, su relato en primera persona sigue los pasos de un protagonista que se adentra en el negocio no por ambición económica, sino por un afán periodístico de comprender y denunciar; revela cómo la frontera no es solo una línea geográfica, sino un espacio social donde convergen las peores contradicciones del capitalismo droguero. Comienza como una investigación casi antropológica puede terminar en tragedia personal.

“La parábola de Pablo” del escritor Alonso Salazar J., retrató la figura de Pablo Escobar, casi para convertirlo en uno de los grandes Robin Hood de Latinoamérica; Gabriel García Márquez publicó “Noticia de un secuestro”, un relato periodístico sobre los secuestros ordenados por el cartel de Medellín, que combinaba rigor investigativo con una narrativa potente.

Pero fue Jorge Franco quien llevó el tema al terreno de la ficción pura con Rosario Tijeras (1999), una novela que mezclaba romance, violencia y drama social en el Medellín de los narcos; esta ficción fue la que llevo al cine y la televisión, las historias del narcotráfico de manera comercial. “La reina del sur” del español Arturo Pérez-Reverte, fue la novela que, aunque escrita por un autor europeo, llevó la esencia del narcotráfico mexicano y colombiano e hizo de Teresa Mendoza, la primera figura mundialmente reconocida.

La narcoliteratura divide la opinión pública, por un lado, hay quienes la defienden como un reflejo necesario de la realidad latinoamericana, una forma de documentar el impacto del narcotráfico en la sociedad. Sin embargo, también hay voces que acusan al género de caer en la glorificación de la violencia, ya que romantizan a los narcos, convirtiéndolos en antihéroes atractivos en lugar de criminales responsables de miles de muertes.

Creo más allá de prohibir una canción o un libro, lo que la gente necesita desarrollar es el sentido común, el entender que aunque lo que cantan o escriben es real, tiene su lado bueno y su lado malo, que todo tiene sus consecuencias y nadie se libra de ellas de algún modo u otro; ya todo debería tener su advertencia de “sea prudente con lo que consume”.