Ni comprar, ni rentar. La solución de la cuestión

Criterios Enrique Acuña González

Muchas veces parece que la vida nos muestra problemas para los cuales solo hay dos soluciones. La misma cultura nos ha acostumbrado a tener que elegir entre “melón o sandía”, a ver las cosas en blanco o negro, bueno o malo. Pero si nos detenemos a razonar un momento, es posible darse cuenta que siempre hay más opciones que las primeras dos que son evidentes para todos. Nuestra creatividad y la misma necesidad nos impulsarían a tomar caminos que no habíamos explorado antes y que tal vez se adaptan mejor a lo que necesitamos. Ni blanco, ni negro; ni renta, ni compra, si no un tono de gris que se ajusta mucho mejor a nuestras necesidades.  

¿Y si te dijera que no necesariamente debes decidir entre compra y renta? Si pudieras acceder a una propiedad por un costo menor, y con un plan económico diseñado a la medida de tus posibilidades y necesidades que se adapta a tu situación financiera, ¿lo tomarías? Con una oferta así de atractiva pareciera que ésta sería la opción más popular entre la población, dejando muy olvidada la posibilidad de endeudarse con un banco o contemplar el gasto de una renta para toda la vida. Y si esto es cierto, entonces ¿Por qué ni si quiera aparece como parte de las opciones que tiene la mayoría de la gente que te rodea? 

La solución es muy simple: construir tu casa. Aunque simple, no necesariamente significa que sea fácil, sobre todo viviendo en esta mezcla social de país en donde las rentas están por los cielos, los salarios muy competidos y los créditos asfixiantes. La razón por la que para mucha gente pudiera ser una opción que se descarta inmediatamente es porque requiere de planificación, disciplina y paciencia para lograrlo. Así es, en ningún momento menciono que requiera tener el dinero completo para construirla, porque justo ese es el problema que tiene la mayoría, por lo que es más sencillo inclinarse por un crédito en primer lugar. Claro que se necesita dinero, pero, así como lo requieren las mejores cosas de la vida, construir la casa de tus sueños requiere de planificación, de una estrategia de ahorros, disciplina para llevar a cabo tu plan y paciencia para lograrlo.  

¿Eso significa que tengo que juntar mis pesitos para lograr construir una casa de $1 millón de pesos? Entiendo que suena como una labor titánica y eterna si la misión es juntar de un solo golpe. Pero no necesariamente lo requieres todo junto para lograrlo. Aquí es donde entra en juego la colaboración con un profesional de la construcción; un buen arquitecto que te ayude a visualizar las posibilidades que existen para poder construir la casa de tus sueños.  

Pero antes de acudir al auxilio de tu arquitecto de confianza, necesitas tener un terreno en donde construir. Dependiendo de donde quieras vivir podrías darte cuenta que hay opciones que no suenan tan inalcanzables como ese millón que querías juntar al principio. Un terreno bien localizado en una zona de futura plusvalía podría costarte lo mismo que un coche de gama media. La diferencia es que el terreno no se va a devaluar en el momento en que lo saques de la agencia. Visto desde esa perspectiva, suena más factible tener una inversión a tu patrimonio por ese lado, ¿no lo crees? 

Ya que se tiene el terreno es momento de exprimirle todo el talento a tu arquitecto para que pueda plasmar tu casa ideal, a tu medida y justo con las necesidades que quieres satisfacer. Esto es una de las grandes ventajas contra la compra de una casa ya construida, ya que éstas no están hechas para ti, son casas genéricas pensadas en lo que la mayoría del mercado busca. Pero ¿y si tú no quieres tres recámaras y dos baños?, ¿Si quieres un jardín más grande?, ¿Si quieres sustituir el patio de servicio por una terraza para visitas? La belleza de hacer tu casa a la medida se goza desde que empieza esa tormenta de ideas y necesidades que se pueden resolver con espacios funcionales y suficientes para lo que necesitas en ese momento. Tu casa de un millón, con el diseño correcto y los acabados necesarios, podría salir en la mitad si así lo quieres. 

Y retomando la premisa de no estar pensando en absolutos, blanco y negro, bueno y malo, ¿por qué pensar en construir una casa en donde van a vivir los tres hijos que todavía no tienes, con el jardín para los perros que todavía no llegan, con la cocina inmensa que todavía no vas a usar? Es muy alentador pensar en el producto final que podría resultar a partir de tu idea de casa de los sueños, pero eso sería posible cuando también tengas el ingreso de tus sueños. Para solucionar este problema, una vez más el arquitecto tiene la capacidad de proponer un plan a futuro: una casa en etapas. Si por ahora no hay familia ni razón para hacerse una casa de 200 m2 de construcción, ¿para qué gastarlo? Es mejor tener un proyecto que contemple diversas ampliaciones, remodelaciones y sustituciones de habitaciones, una casa que vaya creciendo conforme tú vas creciendo junto con tu estilo de vida y la de tus seres queridos, ajustándose precisamente al ritmo económico al que te vas desarrollando. Así que puedes empezar con una casita de tres habitaciones, pero ya tener el proyecto final en donde esos tres espacios se van a convertir en siete y luego en quince, logrando poco a poco obtener tu casa ideal. 

Como puedes ver, la médula espinal de esta opción es la planificación. Desde el momento en que buscas tu terreno, ahorras para comprarlo, haces el proyecto de tu casa en etapas, ahorras para construirlo, y al final tendrías tu casa ideal. Esto te podría llevar entre 15 y 20 años, justamente el tiempo que te tomaría terminar de pagar un crédito hipotecario que te cuesta el doble de lo que te costó la casa originalmente. Y no sólo eso, el costo real de tu casa al construirla tu mismo de la mano de tu arquitecto va a resultar 30% más económico, en promedio, que si tú la compraras ya hecha.  

Entonces, opciones sí hay. Y con gusto te puedo repetir los ingredientes para la casa de tus sueños: planificación, disciplina y paciencia, todos mezclados con el toque especial de un buen arquitecto. 

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