Un enemigo digital

Criterios María Del Rocío Lozano Solana

No se trata de una película, ni una serie de moda; tampoco es un tema periodístico y mucho menos un drama teatral. Se trata del nuevo documental de Netflix “El dilema de las redes sociales”, en donde nos adentramos a un tema de incertidumbre para darnos cuenta de que vivimos en un mundo que amenaza la verdad. Un mundo en donde los hechos son más importantes que lo que sentimos acerca de ellos. ¿Vivimos en la era de la “posverdad”? o más bien, ¿En un mundo sin verdad, sin criterio propio y sin conciencia? La Real Academia Española, en el 2017, definió este termino de posverdad como «distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales». Que impresionante es pensar que, los que algún día fueron los más grandes creadores, diseñadores y todopoderosos, son ahora los que tratan de convencer al mundo entero sobre el nefasto impacto de sus creaciones. 

Mientras el documental va avanzando, nos preguntamos si aún queda tiempo, esperanza y oportunidad de cambiar, porque lo que hoy es un problema, nunca fue un efecto accidental. 

Aunque anteriormente, puedan hallarse diferentes causas que dan paso a esta costumbre de evadir la verdad, parece indudable que el predominio del internet y, en especial, las redes sociales han asumido este fenómeno. “Lo que quiero que sepa la gente es que todo lo que hacen en línea, esta siendo cuidadosamente observado y registrado…” afirma Jeff Seibert de Twitter. Si nuestro actuar esta motivado por un efecto inconsciente de las redes sociales, entonces nos hemos convertido en una sociedad sin conciencia. Las nuevas generaciones son ahora más ansiosas y deprimidas, se han ido convirtiendo en el producto más interesante para las compañías y los negocios, la psicología del hombre es su objetivo más deseado.  

El mundo digital les ha dado a los negocios la garantía de que, si anuncian su producto, será 100% efectivo y llegará a muchísima gente. ¿Podemos llamar a esto una ventaja? ¿Podemos llamarle progreso? Según Shoshana Zuboff, profesora de la Universidad de Harvard, las redes sociales “venden certeza”. Pero para que esto sea posible, se tiene que acabar la privacidad, la información personal; para que las predicciones sean acertadas, se tiene que invadir la intimidad. 

¡Bienvenidos al nuevo mercado! Un invento del propio hombre para comerciar exclusivamente con él mismo. No quiero decir que la propaganda y la mercadotecnia no hayan existido antes y que ahora sean la novedad, sino que las plataformas digitales, se han empeñado en utilizar los fenómenos que le interesan al hombre para crear una nueva forma de manipular el subconsciente. 

La realidad es que los rusos no intervinieron en las elecciones de Estados Unidos, sino que fue más fácil unirse a un grupo de Facebook y compartir sus teorías conspiratorias. No se trata de un hack, los rusos no hackeron las plataformas digitales, sino que utilizaron sus herramientas (legitimas) y las aplicaron para un propósito en común. Esta manipulación es legal y nadie se ha preocupado por sus efectos. Los algoritmos se han convertido en inventos mucho más inteligentes. Han descubierto la forma de volver al ser humano un blanco fácil, rápido y eficiente. Es a través de nuestro uso, tan constante de las redes sociales, que los hemos ayudado a volverse unos expertos en crear noticias falsas y lograr que les creamos. ¿Se han alguna vez preguntado si hemos ido perdiendo el control sobre lo que somos y lo que creemos? 

Alguna vez la democracia fue un sistema justo y funcional, hoy vemos que esta, simplemente, siendo atacada. Las campañas políticas son impulsadas por las redes sociales, son lanzadas a la mente humana ¡sin que nos demos cuenta! Unos manipulan a otros, todos estamos en contra de todos y ni siquiera tenemos que sobrepasar las fronteras, las calles o el jardín. El hombre se ha convertido en la rata de laboratorio más preciada de la nube. No se trata de definir por quién votarías o motivarte a apoyar un partido, sino de dividir a través del caos. Se trata de darle dos lados a la moneda. Somos un mundo de naciones que se han alejado y han dejado de confiar entre ellas. Nos hemos dedicado a ver en la televisión programas que nos dicen que lo que está pasando, está bien. Pero ¿no te preocupa que todo eso sea una mentira? 

Ahora los que están lejos, se pueden sentir cerca. Podemos usar chats o video llamadas, podemos mandar fotos y compartir videos de nuestras experiencias. Podemos enviar notas de voz y demostrar nuestro like a otras publicaciones. La realidad podría ser menos engañosa y más bien útil. El problema es que también podemos convertirnos en lo que queremos que los demás vean, en una copia barata de los influencers, en productos para unos y consumidores para otros, podemos volvernos más inseguros, ansiosos y solos. Podemos alejarnos de los que están junto a nosotros, podemos olvidarnos de que tenemos emociones, conciencia, criterio. La pantalla se ha convertido en nuestra vida, en nuestro escape; en el psicólogo de confianza y médico experto; en las noticias de última hora y en un genio de la lámpara. Nuestros pulgares no habían sido tan desgastados y ahora nos duelen las manos, nos duelen los ojos y la cabeza, nos dormimos tarde y despertamos entre horas; miramos y miramos para encontrar algo nuevo; recargamos la página una y otra vez. Llega el domingo y antes de las ocho de la noche ya tengo mi foto lista para publicarla. Despierto el lunes para decepcionarme por las pocas impresiones de la gente. ¿Podemos usar estas herramientas digitales para bien? ¿Hay forma de que esto no sólo nos esté haciendo mal? 

En un principio, las redes fueron inventadas para comunicarnos, para estar cerca unos de otros. Por eso no se trata de dejar de usar estos medios, sino de usarlos para bien. De ser conscientes del tiempo que pasamos en ellos y de lo que nos interesa; del efecto que puede estar causando en nosotros, en nuestras familias y nuestros hijos. Ser, de una vez por todas, dueños de nosotros mismos, de lo que en verdad creemos pero porque así lo hemos decidido. No busquemos en la televisión programas que nos den la razón, no escuchemos discursos baratos que nos dicen que divididos somos más fuertes. Porque si las redes sociales fueron creadas para conectar y para unir, no hay razón para que hoy hagan lo contrario.  

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