En casa siempre nos gustaron las historias y en la familia corre sangre de poeta, así que disfrutamos tanto escucharlas como contarlas. Crecí rodeado de cine, literatura, teatro, videojuegos y música. Esto, junto con la filosofía permisiva de mis padres y su idea de confiar en nuestro criterio, me permitió explorar desde muy pequeño el magnético mundo de la narrativa.
Recuerdo haber visto en televisión un maratón de cuentos antiguos de todo el mundo producidos por el mismísimo Jim Henson y aprender con ellos acerca de la amistad, la familia y la suerte.
Recuerdo las “Aventuras del Barón Munchausen” dirigida por Terry Gilliam y sazonada con los comentarios de mi papá, recuerdo ver las comedias de Shakespeare en animación experimental y la biblioteca llena de antologías y colecciones. Todos estos memorables personajes y aventuras fueron formando mi manera de percibir la realidad y, hasta la fecha, están tatuados con sus paradigmas y contradicciones en lo mas profundo de mi cabeza.
Una de mis historias favoritas en los últimos años ha sido “Los Viajes de Guilliver”.
Todos conocemos el primer viaje: Guilliver naufraga y llega a Lilliput, un reino habitado por diminutas personas que ven a nuestro héroe como un gigante monstruoso que viene a destruirlo todo. Lo atan, lo atacan con sus pequeñas lanzas y cañones, lanzan todas sus fuerzas en contra de su amenazante figura y tamaño y, al final, después de algunos hechos y negociaciones, el gigante se niega a ser utilizado como un arma de destrucción masiva en una inútil guerra provocada por inconciliables diferencias acerca de cómo deben romperse los huevos en el desayuno, escapando en secreto para no ser sentenciado a perder la vista.
Dicen los que saben, que Jonathan Swift quiso refigurar diferentes conflictos políticos, religiosos y sociales de su época a través de los viajes de su personaje y, aunque comúnmente nos quedamos en su primer trayecto, el encuentro con los temerosos y violentos liliputienses es sólo la primera de varias peripecias. El día de hoy me gustaría profundizar un poco en el que me parece el mas trascendente de los encuentros de Guilliver: su llegada al reino de los Houyhnhnms.
“Ya no me llamen Yahoo”
Después de otras tantas aventuras, Guilliver es abandonado por una amotinada tripulación en cierta isla desconocida. En este aislado paraje, nuestro amigo se encuentra con una sociedad de humanos primitivos, violentos e irracionales conocidos como “Yahoo”, quienes rápidamente lo ven como una amenaza y se tornan hostiles. Es en este momento que aparece un caballo de color gris que, interesado por el protagonista, lo salva y lleva a un lugar seguro: una especie de villa con casas de hierba y madera habitada completamente por caballos.
Guilliver comienza a convivir entonces con los “Houyhnhnms”, una sociedad pacífica, inteligente y socialmente avanzada que simboliza el estado mas puro y armonioso del orden natural. Los Houyhnhnms están confundidos, pues su invitado se parece mucho a los Yahoo, a quienes desprecian por salvajes y violentos, pero da señales de razón y comportamiento civilizado.
Pronto, Guilliver aprende el lenguaje de los Houyhnhnms y pasa días tratando de explicarles conceptos como la mentira, la traición, la abogacía y la medicina, pues para estos avanzados seres el simple concepto de mentir, enfermar o manipular les parece incomprensible. Los Houyhnhnms le explican a Guilliver que los Yahoo pasan horas trabajando, cavando y peleando en una cantera lodosa y fría solo para hacerse con pequeñas piedras brillantes que, después de extraídas de la tierra, suelen desatar sangrientos conflictos que hacen que tribus enteras se eliminen a veces entre ellas, y a veces a si mismas. A raíz de estos relatos, Guilliver comienza a ver con asco a sus enlodados semejantes y pide a sus equinos anfitriones que dejen de referirse a él como “Yahoo”.
Los días pasan y los Houyhnhnms comienzan a ver a Guilliver como algo más que un ser salvaje. Lo consultan, instruyen y preguntan acerca de su vida antes de llegar a la isla. Nuestro amigo parece ir aceptando la idea de que esta sociedad de caballos podría ser mucho más civilizada y consciente que la misma Inglaterra que tanto intenta defender entre pláticas y discusiones.
La mente lógica dicta una cosa, pero el corazón salvaje sigue latiendo y una idea resuena en el fondo de la cabeza de Guilliver, quitándole el sueño y amenazando con tirar de golpe todo lo que ha aprendido en los últimos tiempos. Una noche, atormentado por la imagen de varios Yahoo sacando diamantes de la lodosa cantera y sueños de riqueza de vuelta en Inglaterra, Guilliver decide escabullirse y él mismo participar en el ritual de extracción, admiración, celo, acumulación, defensa y obsesión por las piedras brillantes que hechizan la mente de los Yahoo.
Los Houyhnhnms encuentran al ex capitán lleno de lodo, sucio el cabello de raíz a punta y con el reflejo de los pequeños diamantes bailando en la mirada. Después de una larga discusión, los caballos deciden expulsar a Guilliver, pues lo consideran un peligro al debatirse peligrosamente entre el salvajismo de los Yahoo y la dignidad de los Houyhnhnms.
Guilliver regresa a Inglaterra y decide pasar el resto de sus días como ermitaño, evitando hasta a su propia esposa y platicando largo rato cada día con los caballos de su establo.
“Cosas brillantes”
Así como esta historia, podemos encontrar millones que discuten la fascinación de los seres humanos con la superficie, lo banal y cómo está en nuestra naturaleza el ceder ante el impulso de hacerse con lo inútil y defenderlo hasta por encima de la propia vida: la trampa que se acciona al intentar robar el tesoro, el dragón que cuida toneladas de oro debajo del volcán, el pirata que prefiere hundirse al fondo del océano con tal de no soltar años de botín acumulado.
Nos gustan las cosas brillantes y hemos construido un mundo ficticio alrededor de ellas para no sentirnos tan salvajes, tan Yahoo, cuando la posesión de estas chucherías, con toda su inutilidad, termina por desatar guerras y alejarnos lo verdaderamente importante.
Para los Yahoo, la tranquilidad y parsimonia con la que los Houyhnhnms viven raya en lo ingenuo, “¡Cómo no se han dado cuenta del valor de los diamantes!” y en su violenta psique está justificado el morir o matar por llenarse los dedos de anillos. Para los Houyhnhnms, la obsesión de los Yahoo por las piedras brillantes es la raíz de su violencia y sinrazón.
Personalmente, me cuesta trabajo hablar de la humanidad sin terminar hablando de las cosas brillantes, de cómo el motor de nuestro progreso tiene mas que ver con impulsos salvajes que con el verdadero raciocinio. Cada día estoy mas convencido de que somos mas parecidos a los Yahoo que a los Houyhnhnms y basta asomarse un poco a las dinámicas sociales en estos tiempos de crisis para caer en cuenta de lo lejos que estamos de la esencia y cómo nos aferramos a lo intrascendente para no enfrentar la realidad.
Los Houyhnhnms pensaron que Guilliver era diferente a los salvajes por sus ropas y lenguaje, pero la ilusión duró hasta que el instinto del hombre lo llevó a revolcarse en el lodo. Lo mismo sucede con nosotros y por eso nos llenamos de muestras de civilidad para intentar diferenciarnos de lo irracional. La ilusión funciona y el engaño sirve hasta que, tarde o temprano y más de una vez en la vida, acabemos enlodados buscando piedritas brillosas.
@aldoobregon