De la violencia contra las mujeres

Criterios Pablo Aréchiga Fernández

De acuerdo con datos de la ONU, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual a lo largo de su vida, mientras que en México, al menos 6 de cada 10 mujeres ha enfrentado un incidente de violencia alguna vez en su vida. Los datos son alarmantes: en México, el 41.3% de las mujeres ha sido víctima de violencia sexual y, desgraciadamente, en la forma más extrema de violencia, 9 mujeres son asesinadas cada día. 

Es común que escuchemos en el debate, a personas que afirman que a los hombres también nos matan, y que en números totales, padecemos muchos más incidentes de violencia y de homicidios que las mujeres, por lo que se argumenta que no debería haber una distinción entre los sexos. Si bien es cierto que en los datos agregados los hombres tienen mayores índices de lesiones y homicidios, también es importante que comprendamos que las violencias que sufren las mujeres, son diferentes a las violencias que sufrimos los hombres. 

Para empezar, las violencias que padecen las mujeres inician en casa, de mano de sus parejas (y desgraciadamente muchas veces ahí termina su vida): de acuerdo con datos del INEGI, en el último año el 27% de las mujeres de 15 años y más padeció al menos un incidente de violencia ejercida por su pareja. Que logremos comprender que la casa puede ser un lugar inseguro para las mujeres, es un gran paso que debemos dar todos para avanzar en mejorar su vida, cosa que se hace más evidente durante esta pandemia, en la cual muchas mujeres tuvieron que permanecer encerradas con su agresor. 

Hablando de cómo la violencia contra las mujeres se presenta en casa, recomiendo mucho ver en Netflix un documental que se llama “Las tres muertes de Marisela Escobedo”, que narra la historia de Marisela, una mujer que padeció muchos obstáculos para llevar ante la justicia al asesino de su hija, que era su yerno. Desde no poder levantar la denuncia por la desaparición de su hija ante la Procuraduría de Chihuahua, a tener que hacer ella misma la investigación del caso y ubicar (¡3 veces!) al asesino, a tener que luchar contra el Poder Judicial porque los jueces absolvieron al asesino, hasta haber sido ella misma asesinada en su exigencia de justicia. Esa historia real y terrible, nos muestra lo difícil que es lograr que se distingan las violencias que enfrentan las mujeres, además de evidenciar cómo en ese Estado, ninguna institución del Gobierno, ya sean las policías, las fiscalías, los ministerios públicos o los jueces, están capacitados para atender los casos de violencia contra las mujeres.

Otra situación que diferencia las violencias que padecen las mujeres, está relacionada con su capacidad económica: una de las razones que puede generar que las mujeres no se vayan de un hogar en el que padecen violencia, es que ellas y sus hijos dependen económicamente de su agresor. Sin un lugar a dónde ir, o sin los medios para alimentar a sus hijos, es más difícil que las mujeres puedan salir del entorno violento. 

Las violencias no sólo se dan en el hogar y en el ámbito privado, pues éstas también están presentes en las calles, es cierto que las mujeres tienen que ajustar sus rutinas, sus comportamientos y hasta su vestimenta, para tratar de evitar ser víctimas de violencia, por ejemplo: no conozco a muchos hombres que tengan miedo de pasar por terrenos baldíos o construcciones abandonadas, o que se apuren a llegar a casa antes de que anochezca, o que caminen de más para evitar pasar por zonas oscuras o solitarias. 

Es por eso que se habla de que las políticas públicas deben adoptar la “perspectiva de género”, porque hay pequeñas acciones de los gobiernos que pueden ayudar a prevenir la violencia contra las mujeres, sin que sea tan evidente que pueden tener una gran incidencia en mejorar su entorno. Por ejemplo: la instalación de luminarias en los pasos más comunes hacia las colonias desde las paradas de los camiones, o ampliar los horarios del transporte público para evitar que las mujeres tengan que caminar de noche por áreas despobladas; además, por supuesto, de las acciones que sí son evidentes, como facilitar que las mujeres se incorporen a la vida laboral, otorgándoles capacidad económica para que puedan salir de un hogar violento o la instalación de refugios.

Es un hecho que la vida de las mujeres es distinta a la de los hombres, a mí me queda claro, y que nuestra comunidad empiece por comprenderlo es un gran paso que debe ayudar a mejorar la vida tanto de las mujeres, como de todo nuestro país.

@pabloarechiga