En la búsqueda de una pintura

Criterios Jaime A. Romano

Quizás si algo he plasmado en esta sección es mi amor a Puebla y mi amor a la Cultura de Puebla. Y si son como yo, cuando van a un lugar histórico de la Ciudad habrá alguna obra de arte o algún elemento arquitectónico que llame su atención, quizás por el cual regresarán a ese lugar en varias ocasiones más, sólo para deleitarse con su presencia. 

Así era mi relación con una pintura que se encontraba en el Museo Regional “Casa del Alfeñique”, quizás en otra ocasión hablaré de la riqueza del edificio así como de las obras que se encontraban en este recinto, pero por ahora me enfocaré en una en especial, “La Adoración de los Ángeles” pintada por Gonzalo Carrasco S.J., copia de la original “La Virgen y los Ángeles” del Francés William-Adolphe Bourguerau, la obre presenta a la Virgen María sentada en lo que pareciera ser una banca de piedra bajo un árbol, con el niño Jesús en brazos mientras un trío de ángeles lo serenan con instrumentos musicales.

La adoración de los ángeles, pintado por el Padre Jesuita Gonzalo Carrasco S.J. formado en la academia de San Carlos y reconocido en Puebla por sus numerosos temas sacros. Foto: Jorge Vértiz / Gobierno del Estado de Puebla

La copia del Jesuita Gonzalo Carrasco es una magnífica interpretación del original, sin duda, con mucha luminosidad y transmite la paz que evoca la escena. Por eso desde que la conocí hace muños años quedé prendado de ella, y regresé muchas veces a la Casa del Alfeñique a disfrutarla. Pasemos al 2017 donde un temblor afecta innumerables edificios en la entidad, entre ellos la Casa del Alfeñique, corre la leyenda que las obras son resguardadas en hogares poblanos en lo que el museo es intervenido para reparar las afectaciones del sismo.  

Acto siguiente, el museo abre con un nuevo discurso, con menos obras de las que exhibía antes y ¡oh sorpresa! entre las obras que han encontrado un “nuevo hogar” es la obra del Padre Carrasco. Los que se encuentran en el museo no saben a donde fue trasladada o si fue enviada a alguna bodega. Posteriormente en una publicación aparece la obra en su nueva casa, el museo de San Pedro. 

Es así que hasta ahora, en el 2020 decidí ir a lo que algún día fue el “Museo Poblano de Arte Virreinal” y renombrado como “San Pedro Museo de Arte”, para reeencontrarme con esta pintura y aprovechar para ver que proponía este museo. 

Y si, la pintura se encuentra exhibida en la sala dedicada al arte religioso y “gótico” del museo, junto con otras 13 piezas más, entre las cuales hay un San Miguel Arcángel en mosaico de talavera y una crucificción (pertenecientes a la colección del museo Bello), y un bello cuadro de la Asunción de María atribuido a Juan Cordero. Esto en un pequeño espacio del museo, en una sala adyacente a la reproducción de cómo hubiera sido la botica de cuando el edificio era Hospital. Así es, en la planta superior del Museo de San Pedro solo hay una sala de exposiciones, con trece piezas, de las cuales varias son préstamos de otros museos. Una gran decepción para el asistente al recinto ya que esa es la colección permanente del museo.  

A la fecha de publicación de esta columna también se encuentra una exposición en la parte baja del museo denominada “La Historia de México en 30 obras”, donde podemos apreciar, como bien lo dice el título de la exposición, obras artísticas en manos de los museos del Estado las cuales pueden ser icónicas para un periodo histórico. Entre ellas una vasija prehispánica con policromía, el espejo de la casa de los hermanos Serdán, un retrato de un joven Porfirio Díaz, un poster de la película Macario, entre otros. 

Fue bueno reencontrarme con la pintura a la cual le tengo tanto afecto, pero a la vez, sigo viendo el terrible estado en el que se encuentran los museos Estatales, los cuales se sienten como espacios vacíos, carentes de obras y de discursos, sin guión alguno, fríos y desolados, sin propuestas. Aún así tengo esperanzas que las joyas de arte que se encuentran en resguardo de estos recintos puedan seguir llamando la atención de los visitantes, dejando a un lado las carencias de los espacios.  

jaime.aguilar@criteriodiario.com