El Nido Vacío

Criterios Martha Vargas Vázquez

Cuando los hijos se van de casa…

En la mayoría de las familias se vive esta etapa esperada y previsible, nuestros hijos se van de casa. Aunque es algo que sabemos algún día se va a dar, no por ello resulta menos dolorosa. Se le conoce como Síndrome del Nido Vacío y con este nombre nos referimos al sentimiento de soledad y tristeza que suelen experimentar los padres cuando sus hijos se emancipan para iniciar una nueva vida fuera del hogar familiar.

La separación de los hijos se vive desde temprana edad, cuando se van por primera ocasión a la escuela o la guardería, es la primera vez que nos separamos de ellos. 

Está separación es sólo física, pero tiene una enorme repercusión en el día a día de los progenitores que se ven invadidos, y a veces superados, por todo tipo de sentimientos: cambio radical en su rutina, una pérdida del sentido de su existencia sobre todo si se han dedicado de forma exclusiva a la crianza y hasta nostalgia. Lo recomendable es no dejarse invadir por el pesar, reconocer que una etapa se va pero saber dar la bienvenida a otra muy estimulante que se presenta cargada de oportunidades para encontrar nuevos desafíos y también para reencontrarse de una manera más madura con la pareja o bien encontrarse a una misma cuando la crianza corre únicamente a cargo de la madre.

El Síndrome del Nido Vacío no es una enfermedad pero sí puede provocar una crisis vital y sentimientos de desazón por el proceso de separación física que se origina con los hijos. Estos son algunos de los síntomas que se pueden manifestar:

-Problemas del sueño.

-Llanto más frecuente de lo habitual.

-Incapacidad para encontrar placer con nada.

-Dificultad para concentrarse.

-Preocupación excesiva por el bienestar de los hijos.

-Episodios de ansiedad y depresión.

En el caso del Síndrome del Nido Vacío no se trata sólo de buscar soluciones o aprender a sobre llevar la situación una vez que los hijos dejan el hogar, sino de saber prevenirlas desde mucho antes que éstos se independicen. 

Cuando nacen los hijos, la pareja se centra tanto en la paternidad y maternidad que deja de lado su propia relación. Esto es un  error. Hay que seguir alimentando y cuidando la relación durante toda la vida y no focalizar únicamente la atención en nuestro rol de padres/madres. De esta manera cuando los hijos se marchen a todo será más llevadero.

Debemos fomentar la autonomía de los hijos y sobre todo aceptar que son personas independientes. Si partimos de aquí, cuando llegue el momento de la partida tendremos la seguridad de que saben valerse por sí solos y el proceso será menos traumático.

Desde que los hijos son pequeños los padres deben acostumbrarse a pasar tiempo sin ellos, ya sea por un campamento escolar, un fin de semana en casa de amigos o un curso de verano en casa de los abuelos, etc. Así pasar temporadas separados será mas fácil sobre llevar la distancia física cuando ellos se vayan de casa.  

Si el Síndrome del Nido Vacío se instala en el hogar. Estas son algunas recomendaciones para hacerle frente:

1. Leer sobre este síndrome ayudará a los padres a entenderlo, sobrellevar mejor la ausencia de los hijos cuando llegue el momento y a gestionar las emociones que se produzcan. 

2. Que el hijo se vaya de casa no quiere decir que el rol de padre o madre termine para siempre. Hay que ser conscientes que el vínculo va a permanecer toda la vida, debemos seguir en contacto con nuestros hijos. 

3. Es el comienzo una nueva etapa que podemos aprovechar para recuperar y hacer proyectos que dejamos pendientes. 

4. Sincerarse con los hijos, expresarles la necesidad que se tiene de seguir vinculados y continuar compartiendo momentos juntos.

5. Reencontrarse de una forma más estrecha con la pareja. 

6. Ver como algo absolutamente normal echar de menos a los hijos. No se debe acelerar el proceso de recuperación, hay que pasar el duelo.

Depende de cada persona como maneja el duelo por Nido Vacío, pero si los síntomas se prolongan durante más de un año o aparecen con retraso pero de forma muy intensa cuando ya ha pasado bastante tiempo desde la marcha de los hijos conviene recurrir a la ayudad de un Tanatólogo o un Psicólogo.

Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo…
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.

Teresa de Calcuta 

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