¡Feliz día del albañil!

Criterios Enrique Acuña González

Esta semana se hizo presente una de las celebraciones más importantes del país. El 3 de mayo se festeja el día de la Santa Cruz, y si te preguntabas la razón por la que se escuchan cuetes en las inmediaciones de tu colonia, es muy probable que haya una construcción cercana que festeje el tan popular “día del albañil”. 

Es muy alentador ir recorriendo las calles y ver las obras adornadas con papel maché, cruces de diferentes estilos y tamaños listas para ser bendecidas, tablones y cubetas vacías que forman una gran mesa que recibirá a los trabajadores de la construcción desde el ayudante más joven hasta el experimentado maestro de obras. Llamarlo el “día del albañil” es sólo un decir, porque incluye a todos los trabajadores de la construcción, y es común ver invitados a los plomeros, electricistas, herreros, aluminieros o carpinteros. Al final, la intención es darle un respiro a las arduas horas de trabajo bajo el sol, entre polvo, lodo, cemento y poder brindar reconocimiento y agradecimiento a aquellos trabajadores sin los cuales nuestras ideas no se harían realidad. 

Al ser una celebración católica, podemos intuir que es una tradición que adoptamos desde la época colonial y, al igual que muchas otras, se tropicalizó para formar una nueva tradición que año con año es difícil pasar por alto. Incluso es una fecha que en el calendario litúrgico oficial fue retirado por decreto del Papa Juan XXIII pero, aun así, es una tradición tan arraigada que se sigue festejando de diferentes formas según las posibilidades y dimensiones de cada obra. Algunos ofrecerán una bendición y liturgia in situ, no puede faltar una buena cantidad de carnitas, barbacoa, mixiotes, tamales o algún otro manjar tradicional bien acompañado por kilos de tortillas y, por qué negarlo, litros de cerveza.  

Desde el inicio de la pandemia, este es el segundo año que no se puede festejar del todo como se venía haciendo anteriormente. A pesar de tener una estadística más controlada en contagios, un avance en la vacunación de la población, y según se vaya decidiendo en cada estado en relación al color del semáforo epidemiológico, es un hecho que este año no se escucharon la misma cantidad de cuetes. ¿Es una consecuencia de la contingencia? No necesariamente. 

Desde el 2018, la industria de la construcción en México ha presentado caídas importantes que ya han llegado a niveles mucho más bajos que los registrados durante la crisis del 2009. Llevamos 31 meses consecutivos a la baja, desde que la actual administración decidió aplicar políticas de austeridad en el gasto público destinado a la infraestructura del país en 2019. Bien sabemos que en 2020 y 2021 la única inversión en infraestructura nacional se ha concentrado en tres megaproyectos que tienen tintes de fracaso rotundo desde su concepción: el aeropuerto de Santa Lucía, la refinaría en Dos Bocas y el Tren Maya. Si acaso hay una pequeña estabilidad en los números de empleos de la construcción creados en el país, se debe a que estas grandes obras concentran a la gran mayoría. El resto de la construcción, como bien lo ha recalcado el Presidente en sus discursos mañaneros, a rascarse con sus propias uñas. A raíz de la pandemia, cerca de 100 mil trabajadores de la construcción no celebraron el 3 de mayo como lo hicieran el año pasado. 

La intención no es quedarnos con ese mal sabor de boca que ya casi nos tiene acostumbrados la nueva administración. Estoy seguro de que esa amargura la tendrán presente en plena época electoral. Más bien hay que recordar todo aquello que nos hace salir adelante. Específicamente a todos mis colegas arquitectos y constructores los invito a tener un momento de retrospectiva para valorar de mejor forma a todas aquellas personas que estuvieron presentes durante la construcción de todos sus proyectos. Seguro tenemos equipos de trabajadores de confianza, algunos otros que son más circunstanciales, pero de todos estoy seguro de que hemos aprendido a ser mejores profesionales. No hay ninguna materia en las universidades que nos enseñe lo que un albañil nos enseña estando en obra. Al igual que se menciona en días especiales como el día de la mujer, de la madre, del maestro, del padre, del amor y la amistad, no permitamos que sólo una vez al año agradezcamos el trabajo y sacrificio de nuestros obreros de la construcción. 

En algunas obras se realizan concursos de cruces. Es una de las tradiciones que más me gustan, ya que invitan a la colaboración y creatividad de todos los participantes de la obra. Lo más interesante es contemplar el resultado de la combinación de técnica y habilidad en cruces hechas con madera de cimbra, otras con varilla corrugada, propuestas de perfiles de acero soldados entre sí, cruces de mecate, cruces de cantera, cruces de tabique. Si este año tu obra no fue adornada con banderitas de papel maché, quiero aprovechar el medio para desearte ánimo y aguante. Mucho aguante, palabra que define por excelencia a nuestros albañiles mexicanos. 

Feliz día del albañil 

Facebook: Troquel Arquitectura 

Instagram: @troquel_arq