Cómo Sobrevivir a Tinder (Y Desilusiones Amorosas) Parte 2

Criterios Luis Miguel Ceballos Reyes

Como les conté en mi columna pasada, mi ligue en Tinder era diez años menor que yo y aunque al principio eso jugó a mi favor, pronto me di cuenta de que Ricardo era bastante raro, sin embargo, tenia 2 problemas que dañarían la relación (nadie dijo que esta historia tendría un final feliz) el primero y el que considero el más importante fue que él estaba encerrado en el closet con mil candados y sólo sus papás tenían las llaves para que pudiera salir.  

Sin dudarlo ese fue la primera señal de alerta para mi, cuando salíamos tenia que ser a lugares alejados de su casa, recorría media ciudad para verlo, cuando lo invitaba al cine tenia que ser a la última función, le aterraba encontrarnos con sus amigos o familiares. 

Estoy consciente, que yo todo lo permití con tal de estar a su lado, pasé de largo varias situaciones incomodas. Cuando intimamos, era un suplicio en vez de una situación de placer, eran dramas porque siempre lloraba al final de cada relación, yo le decía que sino se sentía a gusto no era necesario acostarnos y en verdad, no era un requisito que yo pidiera, cuando estaba con él (aunque parezca contradicción) me sentí muy tranquilo como con mucha paz. A mi edad lidiar con problemas ajenos a veces es razón para salir huyendo, pero yo aguanté lo más que pude.  

Las cosas empezaron a empeorar cuando sus papás notaron algo raro en su comportamiento y decidieron llevarlo con su pastor para saber que es lo que le pasaba, Ricardo se negó y le prohibieron salir. Yo entré en un gran conflicto, primero porque él realmente me gustaba, no era un enamoramiento momentáneo o de preparatoria… Era muy real y nunca me había clavado con alguien así. Si decidía seguir con él, tenía que vivir con la idea que siempre estaríamos en lo oscurito o terminar la relación hasta que él saliera del closet ante sus papás y ante todos. Pero ¿Quién era yo para pedirle eso? Cada uno debe de aceptarse tal y como es y salir cuando se este listo.  

Un día recibí la llamada de una mujer que se escuchaba bastante molesta, supuse que era la mamá de Ricardo y efectivamente era mi “suegra”, su reclamo era que yo había convertido a su hijo en maricón y que me prohibía buscarlo sino lo hacía, me pondrían una orden de restricción; yo muy amablemente le respondí con un “Señora, creo que la decisión de verme le corresponde a su hijo y no a usted”, sentí que con esas palabras había revivido lenguas muertas porque recibí una serie de vituperios que ni yo mismo conocía… al final terminé colgando, como consejo: nunca discutan con una persona homofóbica… nunca (tristemente) entrará en razón.  

Después de varios días de no tener comunicación con Ricardo me llamó, diciéndome que sus papás lo tenían encerrado, que no podía salir y para avisarme que era muy probable que ya no nos volveríamos a ver. No pude hablar mucho con él, sólo le dije que se cuidara y que sus papás no podían prohibirle nada.  

Tengo más de un año que no sé nada de Ricardo, la pandemia junto con sus papás terminó con algo muy bonito. Aún tengo muchas cosas que decirle, me da un poco de miedo que sus papás puedan atentar con su integridad o enviarlo a esas terapias de conversión.  

En fin, lo que me resta es esperar a saber de él, que esta bien y feliz, esperar que pase un poco de tiempo para que yo me sienta mejor y decirle que aún lo sigo queriendo… 

@Luisinrecuerdos