El guardián del tesoro catedralicio

Criterios Jaime A. Romano

Hace pocos años la Secretaría de Cultura del Estado de Puebla decidió ocupar unas salas del edificio de la casa de la cultura para albergar los “Tesoros de Catedral”, una exposición que mostraba en principio una maqueta de catedral que se iba iluminando conforme una narración describía los elementos arquitectónicos con los que cuenta la Catedral.

Ahí se exhibirían los tesoros que se encuentran fuera de la vista del parroquiano común, del ciudadano de a pie, que día a día puede visitar la Catedral de Puebla, aunque esta teoría era ambiciosa y proponía una mira a todas aquellas obras que se encuentran resguardadas en el principal templo del Estado; también se encontraba con varios obstáculos: muchas de las obras, por su estado de conservación, corren grandes riegos al ser trasladadas; otro problema es que muchas de las obras jamás han sido movidas de su sitio original; y por último, el gran tesoro de la Catedral, sólo puede ser admirado en su lugar original.

Y con esto no me refiero a la magnificencia del espacio que ocupan las obras, sino que en la Catedral hay espacios específicos para estos grandes tesoros, un salón lleno de enormes gobelinos con magníficas escenas, o el secreto más dorado ubicado en la esquina de la dos sur y la 5 oriente, “El Ochavo de Catedral”.

En este espacio denominado “Ochavo” por su planta octagonal, se resguardan o resguardaban, los tesoros eclesiásticos más valiosos, las custodias, copones, patenas entre otros considerados de gran valor, digamos que era la caja fuerte de la Catedral.

Así es como en este espacio, ricamente decorado con las mejores pinturas del arte Virreynal, con imágenes de relatos bíblicos, y elegantes filigranas doradas custodian los tesoros, no sólo aquellos usados para las misas, sino también los mismos que adornan sus muros, pinturas invaluables, algunas de ellas en arte plumario y miniaturas, grabados en cera que tienen la misma edad que la Catredral misma, y muchas más obras que al día de hoy siguen asombrando a quienes tienen el privilegio de visitar el majestuoso espacio.

Foto: Jaime A. Romano

Como podemos observar, es una maravilla del Barroco, equiparable al trabajo de la Capilla del Rosario, siendo contemporáneas. Solamente que aquí no se recubrieron todas las paredes del espacio, sólo algunas.

Foto: Jaime A. Romano

En esta otra imagen, podemos observar el decorado de los demás muros, que, aunque sigue siendo rico, con las imágenes pictóricas, ya no se cuenta con el mismo trabajo Barroco que en los otros espacios.

Aunque en su principio se consideró este espacio únicamente para salvaguardar los elementos más preciados del templo, posteriormente se le añadió un altar, sobre el cual se han celebrado las ceremonias más exclusivas de la Catedral Poblana, no sólo por que no todos podemos tener acceso a dicho espacio, sino por la sencilla razón de que el mismo no alberga a más de 15 personas cómodamente.

Un espacio que aunque no está abierto al público si hay ocasiones especiales en las que se puede visitar, solo hay que estar al pendiente de los eventos de la Secretaría de Cultura y tener un poco de suerte para poder llegar a admirar uno de los lugares más especiales de la Capital Poblana.

@JimboRomano