Una vez más la vida me hace enfrentar la experiencia de ver a alguien morir; que chistoso, la vida te enfrenta a la muerte. Sin embargo, con el tiempo, he podido comprender las cosas de maneras diferentes. Claro, que alguien deje de existir es de las cosas más difíciles que podemos enfrentar pero al menos para mí, se ha convertido en algo que en lugar de causar tristeza, me da tranquilidad. Mi abuelo se fue a alcanzar a mi mamá esta semana y aunque estoy triste por cuanto lo extrañare, sé que mi dolor es lo de menos, ya que él ya está lejos de todos los malestares que tenía.
“El libro tibetano de la vida y la muerte” de Sogyal Rimpoché, es un libro que trata de explicar, bajo la filosofía budista, que hay que aceptar la vida y conocer sobre los pasos que lo que conocemos como “alma”, vive después de la muerte. Todo lo budista me parece hermoso, te enseña a encontrar lo mejor de todos los aspectos, incluso el esperar la muerte, tanto para la persona que va a trascender, como para las personas alrededor. Morir es tan importante como vivir ¿No les parece una idea hermosa? Esa es mi forma de pensar.
Otra cosa que está pérdida me dejo, es pensar en lo terrible que es envejecer. Ya sé que lo tomamos a juego con cada cumpleaños pero cuando te das cuenta de que ya no eres capaz de hacer cosas que antes podías hacer sin problemas. Para nosotros los adultos jóvenes, todo comienza como una intolerancia a la lactosa o gastritis o rodilla adolorida y en mi caso…el síndrome del túnel carpiano. Pero en mi abuelo vi esa terrible frustración de que aunque el cerebro y las ganas digan que puedes hacer algo tan sencillo como rasurarte, el cuerpo te traiciona.
Hay muchísimos libros que hablan de qué hacer con y por un adulto mayor, que no dudo sean útiles, pero no se nos enseña a ser ancianos y en el caso de mi abuelo, le costó mucho trabajo aceptarlo. Les recomiendo el libro “Envejecer bien” de Miquel Vilardell, que igual es una guía para entender y aceptar lo que vamos a pasar, inevitablemente.