Sí, lo reconozco.
Se habla mucho sobre las relaciones tóxicas y los “vampiros energéticos” que tenemos o con los cuales convivimos en la vida. Pero seguimos ahí, y quizás no tomamos en cuenta que los tóxicos somos nosotros por seguir manteniendo ese tipo de gente dentro de nuestro entorno y lo que es peor dando todo lo mejor que tengo y permitir que se vuelvan “vampiros energéticos” de mi persona. Pero ¿hasta dónde el culpable es uno por permitir tal o cual cosa?
Si voy por la vida empeñada en perfumar la mierda, fiel creyente de las segundas oportunidades y no sólo de pareja sino de amistades que eran peores que serpientes. Muchas veces somos las que siempre estamos para la familia, la pareja y las amistades. Dejamos de entender que una relación sana, es una relación de reciprocidad, donde ambas partes damos; debemos de dejar de ser hombres o mujeres ríos, que van alimentado a su paso a un número ilimitado de seres e individuos que no tienen nada que hacer en nuestras vidas y lo que es peor, son seres que no aportan nada para que nosotros estemos bien o por lo menos, provoquen el que estemos tranquilos.
Creo que llega un momento en la vida que debemos hacer un alto y analizar que la prioridad de cada individuo es el mismo individuo. Debemos de dejar de priorizar a gente que no vale la pena, ni que este en nuestra vida, pero muchas veces es necesario estar cerca de esa gente por parentesco y debemos saber lidiar con ellos.
Al analizar muchas cosas como el ser la primera que llama, la misma diferencia existe en que esa persona sea la que tome la iniciativa de llamar y saber cómo estas, así como que sea la primera en pedir una disculpa. También es malo ser la que siempre esta, pero ¿Qué tal cuando uno necesita que alguien este para uno? Nadie aparece o todo mundo tiene algo que hacer que es prioridad antes que tú necesidad.
También soy tóxica por dejarme ser lo último en la fila de prioridades, por hacer por los demás lo que jamás nadie haría por mí. Por creer en cuentos, que a leguas se miraban, que eran mentiras miserables.
Cuesta trabajo tomar la decisión y darse cuenta que no vale la pena sacrificarse por nadie, es abandonarte y al final, sentirte culpable y ver que no corresponden a tu sacrificio. Debemos entender que no siempre hay que desahogarse con la gente equivocada, ya que no entienden que no quieres una solución, sino ser escuchada sin ser juzgada.
Muchas veces es necesario tener mi espacio, estar sola, encontrarme conmigo y ver que si soy capaz de salir por mi misma y no estar esperando que nadie te dé nada de todo lo que tú has dado a manos llenas, entonces es momento de hacer un balance y reaccionar de la mejor manera posible y aunque duela darse cuenta que la tóxica era yo…
Hasta que un día reaccionas y te das cuenta que no ha sido bueno jugar ese papel que se dio más de lo que merecía nadie, entonces decidí volverme mala, y empecé por ser mi prioridad a quererme más y en ese momento sucedió que me convertí en la peor mierda que existe, para las personas que notaron que ya no eran prioridad.
Deje de correr a ayudar.
Aprendí a decir no.
Le di a cada uno el mismo lugar donde estaba yo en su vida, y fue abrir los ojos para ver que nunca tuve el mismo valor que ellos tenían en la mía. Y aprendí a ser prioridad y así uno a uno fui perdiendo toda la gente inservible y sin valor de mi vida.
Inténtelo verá qué bien se siente sacar la mierda de su vida.
Esto aplica a malos amores, familia, vecinos y malas amistades.
Aplique el yo primero y verá cómo se vuelve el malo de su cuento.
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