Nuestra absurda actitud

Criterios Laura Góngora

“Una nación que destruye su suelo se destruye a sí misma”

Franklin D. Roosavelt

Voy a pausar este viernes nuestra vuelta al mundo vinícola para cuestionarnos un poco que tanto nos importa la viticultura mexicana, y más allá de esto, que tanto nos importa nuestro medio ambiente, si entendemos que nuestra vida depende de él. A veces creo que no tenemos ni idea de esto, que el capitalismo y materialismo se apodera de nosotros cada día un poco más.

Valle de Guadalupe es la región más importante de vinificación de México, produciendo más del 60% de total de vino en nuestro país, es una zona semidesértica que en los últimos años se ha visto gravemente afectada por la escases de agua y la lenta regeneración de los mantos acuíferos en la zona, yo misma fui testigo del triste paisaje con  ríos secos y  paisajes más desértico que de costumbre.

Está claro desde hace varios años que esta zona no tiene la capacidad de albergar grandes hoteles y quizá ni siquiera muchas más vinícolas que las que hoy en día se tienen. Por otro lado la sociedad demanda nuevas experiencias, en este sentido por supuesto que el Valle se ha convertido en un atractivo turístico no solo para los que gustan del buen vino, sino también para los que desean hermosas fotos, razón suficiente para crear hoteles y restaurantes en la zona que pueda albergar al turismo dándoles experiencias únicas como la gastronomía de la baja que es un agasajo al paladar.

Cada vez que se descubren nuevos y paradisiacos lugares nos dirigimos a ellos a toda prisa con actitudes egoístas explotando más de la cuenta, sin analizar los daños que podemos generar a mediana y largo plazo. Un ejemplo muy claro es Tulum, que por años se conservó como un pueblito ecológico en donde encontrabas eco-hoteles y comida orgánica, llego la pandemia y parece que el mundo de la farándula y la alta sociedad decidió que este pequeño poblado seria el lugar ideal para refugiarse del COVID, gastando miles de pesos en estancias prolongadas y viviendo una vida ¨hipster¨ han logrado no solo crecer la economía del lugar, también se han generado daños colaterales destruyendo el ecosistema, haciendo fiestas en medio de la jungla, tirando desperdicios en los hermosos cenotes y logrando un índice de inseguridad nunca antes visto.

Este ejemplo de los tuluminatis que creyéndose defensores del medio ambiente están haciendo justamente lo contrario ahora también lo empezamos a ver en la zona vinícola del norte de nuestro país. La semana pasada fue muy sonada una noticia sobre 25 hectáreas totalmente destruidas, en donde toda la vegetación fue removida con la finalidad de crear una explanada para un concierto del exitoso canta autor Christian Nodal, la culpa no es del artista, lo que es impactante es hasta donde podemos llegar por dos horas de entretenimiento y una derrama monetaria grande. ¿Es que a nadie le importa? las personas que compran el boleto para asistir quiero pensar que no sabían de esto, sin embargo las autoridades de la localidad no pueden pretender que no estaban enterados, me parece totalmente inaceptable.

Afortunadamente los viticultores y personas que cuidan del valle entendiendo la problemática del mismo y el riesgo que se corre al destruirlo, unieron fuerzas para hacer una marcha en contra de esta barbarie. A la imagen del artista no debió caerle muy bien ya que se pronuncio como un muchacho de campo que jamás haría algo en contra del medio ambiente, el evento se cancelo y el recinto, después de su devastación,  fue clausurado por las autoridades, bien dicen  después de muerto el niño a tapar el pozo.

Pero ¿Ustedes creen que la empresa de espectáculos que planea en ese terreno hacer un recinto para grandes conciertos de la mano de un hotel se rinda?. Yo creo que no y es una verdadera pena que un lugar que fue creado para cultivar y hacer trabajar la tierra con la finalidad tener productos de una calidad Premium en nuestro país se convierta ahora en la sede de eventos masivos destruyendo la atmosfera y ecosistema del lugar solo por satisfacer la necesidad de una minoría de estar en los mejores eventos al aire libre en medio de hermosos viñedos.

Esta columna es un simple llamado a la consciencia y aunque sé que es difícil es importante que intentemos todos los días cambiar algo en nuestros hábitos, aunque parezca insignificante, que pueda mejorar la vida del planeta. Todos nos quejamos que nos estamos acabando el mundo, cada día es más complicado entender el clima que tenemos, cada vez los desastres naturales son más frecuentes y nos preocupamos, pero pocos realmente se ocupan de hacer algo diferente.

¡Salud!

laura.gongora@criteriodiario.com 

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