El arcoíris embellece el cielo tras una tormenta…
Muchas veces después de la pérdida de un ser querido o días antes, viene el nacimiento de un nuevo miembro de la familia, un llamado niño arcoíris. Los niños Arcoíris nacen después de la pérdida de un hijo o pérdida de un familiar, para llenar de luz la vida de los dolientes y hacer más ligero el dolor del Duelo.
Son denominados sanadores por naturaleza. Ellos vinieron a mostrarnos el camino de la paz en la tierra, en la oscuridad. Es una hermosa comparativa de la belleza de un arcoíris, no niega la ferocidad de la tormenta; cuando aparece un arcoíris no significa que la tormenta no ha sucedido o que la familia no está lidiando con su dolor.
Significa que un ser de luz y amor llegó a este mundo con la misión de alegrar a sus familias y su entorno con su luz en la oscuridad de las nubes.
Son chicos muy especiales que no tienen nada que ver con los niños índigo o cristal, por ejemplo. Los niños arcoíris se caracterizan por traer alegría y armonía a sus familias. Además, tienen la capacidad de leer los sentimientos de las personas que los rodean. Los colores siempre los circundan, pues se sienten atraídos por ellos. Suelen vestir ropas de colores brillantes y un aura de tonos cálidos emana de ellos.
Las características de los niños arcoíris son:
Un niño arcoíris se recupera de las emociones negativas muy rápido. Su fuerte personalidad y gran voluntad los ayudan muchísimo a superar cualquier tipo de eventualidad.
Además, cuentan con mucha energía. Esto se ve en sus actitudes, pues tienen ánimo durante todo el día.
También se destacan por tener una apasionada creatividad que despliegan siempre que pueden, es decir, ¡En todo momento! Además, cuentan con un gran entusiasmo por todo lo que aprenden en la vida, y nada los aparta de su ruta hasta lograr su objetivo. Algunos niños arcoíris presentan características muy especiales, como poseer telepatía. También tienen habilidades de curación muy específicas.
Si bien puede parecer que los niños arcoíris son muy buenos chicos, muchas veces ponen a prueba a sus padres, pues no paran durante todo el día. Corren de aquí para allá, y esto termina por cansar y desesperar a sus padres. En muchas ocasiones estos buscan ayuda médica pensando que sus niños tienen alguna anomalía, sin saber que son privilegiados por tener un hijo arcoíris en sus vidas.
Se cree que el propósito principal de los niños arcoíris es terminar las etapas finales de la base que los niños índigo y cristal han dejado. Los tres tienen una tarea específica. Los índigo rompen el paradigma del pensamiento tradicional, los cristal construyen las bases sobre el paradigma roto y finalmente los niños arcoíris están para completar lo que los niños índigos y cristal no finalizaron.
Lo que si podemos decir es que los niños arco iris llegan después de la perdida de un hijo, por un aborto natural o porque el pequeño muere poco después de nacer. Son niños que vienen al mundo después de un duelo y de un embarazo que, por lo general, se vive con miedo y ansiedad, pero que iluminan las vidas de sus padres, tal como el arcoíris embellece el cielo tras una tormenta. Muchas veces la llegada de un nuevo miembro de la familia durante o después de la perdida de un ser querido, ayuda a distraer nuestra atención ya que nos dedicamos a visitar o cuidar al nuevo miembro de la familia, lo que provoca que nos mantengamos entretenidos con él. Esto provoca que por unos minutos y quizás algunas horas olvidemos nuestra tristeza y dolor y pase más rápido el tiempo.
Cuando un niño arcoíris llega después de una pérdida de un hijo. Llegan para iluminar la vida de sus padres, pero bajo ningún concepto se puede pensar que su presencia reemplaza la del niño fallecido. La tormenta de la pérdida, en realidad, no acaba nunca. Lo que si con cada hijo se multiplica nuestra capacidad de amar, cuando un hijo se va deja en el corazón un hueco imposible de llenar, Reconoce que el niño no viene para llenar ningún espacio vacío, sino a hacer más grande aún a nuestro corazón, a enseñarnos nuevas formas de amar y de vibrar, a reconciliarnos con nuestro cuerpo y nuestro útero.
Es fundamental que las personas que estén cerca de la mujer y de su pareja que afronta un embarazo después de una pérdida sean cuidadosas con los comentarios. A veces, con la mejor intención, se dice alguna frase para animar o consolar y el resultado es justo el opuesto al deseado. Los tanatologos sabemos por experiencia, que el dolor por la pérdida de un hijo no es algo que se pueda contar ni, mucho menos, comprender. Lo mejor que podemos hacer es acompañar y, sobre todo, respetar. Una gestación después de una pérdida supone más desgaste físico y emocional que el habitual. Pero cuando el nuevo bebé llega, llena de luz las vidas de sus padres.
Tener un hijo arcoíris es un privilegio.
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