La reapertura

Criterios Jaime A. Romano

Los reencuentros siempre traen consigo emociones. Ya sea con una persona o un espacio, los mismos traerán nuevas memorias consigo.

Quizás el reencontrarse con espacios “públicos” suena un poco raro, pero cuando son celosamente guardados a los ojos del ciudadano que siempre busca una excusa para re-visitarlos, el reencuentro siempre causará alegría.

Así que para mí ha sido un gusto el poder ver nuevamente el interior de mi querido Edificio Carolino. Si, el edificio emblemático de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla ha abierto nuevamente sus puertas.

Este espacio guarda muchas memorias para mi, quizás no por haberlo visitado mucho, sino porque cuenta con mucha historia.

Anexo al Templo del Espíritu Santo (La Compañía), el edificio Carolino hospedó primeramente al Colegio del Espíritu Santo, a cargo de la Compañía de Jesús en el siglo XVII hasta su posterior expulsión.

Es un edificio que ha influido directamente en la historia y la formación de miles de Poblanos, no solamente por su labor educativa, sino por la interconexión que tiene con Puebla, su ubicación privilegiada y por el sinnúmero de eventos en los que ha participado (desde su primer propósito como colegio, a tener dentro de su planta un gimnasio que aún conserva, a ser prisión de la que escapó Porfirio Díaz, hospedar un sinnúmero de ferias del libro, entre muchos hechos más).

De ricos decorados, muchos que aún conserva como las pinturas de San Ignacio y San Jerónimo que decoran la escalera de los leones, así como la hermosa pintura que ilustra el Pentecostés (que contiene la leyenda “Collegium Spiritus Sancti Ab Erectione, Anno MDLXXVIII. Carolini Dein Cognomine Honestatum Regio, Ubi Denuo Unita, Et In Se Translata Collegia Sancti Hieronymi, Et Ignatij Habuit, MDCCXC Emmanuel Caro Faciebat” – traduciéndose en “El Colegio llamado del Espíritu Santo desde su erección en 1578, fue honrado con el sobrenombre de El Real Carolino, habiéndose reunido y trasladado a él los Colegios de San Jerónimo y de San Ignacio, 1790, Manuel Caro lo hizo); el salón Barroco con sus hermosos decorados, los decorados de cantera, la rica herrería, la arquitectura del lugar es sin duda una de las más bellas de Puebla.

El edificio contaba con un observatorio abstronómico de principios del Siglo pasado, de los más modernos del país en ese tiempo, y que quizás algunos Poblanos recordamos haber visto el domo desde el perímetro del edificio. De igual manera yo recuerdo haber visitado en alguno de los múltiples espacios del inmueble uno específicamente dedicado al análisis sismológico.

Otro de los espacios más bellos dentro del Carolino, es sin duda el dedicado al conocimiento bibliográfico, la Biblioteca Lafragua presenta un lugar repleto de historia y joyas de la literatura, con libros incunables y grandes tesoros que son celosamente guardados.

Ahora, quizás es emocionante el leer las diversas joyas con las que cuenta la Universidad y que salvaguarda en este espacio que hasta hace poco era casi imposible acceder, lo anterior debido a que el mismo era el edificio que albergaba las oficinas del Rector de la Universidad. Pero a partir de la Construcción de una nueva sede para dicho funcionario, se ha tomado la decisión de comenzar a abrir los espacios de este histórico inmueble de la ciudad de Puebla.

Siendo el primer patio del edificio el que abre sus puertas a los visitantes con un nuevo museo y un café, donde podremos apreciar la belleza del espacio, contemplando obras de arte en las salas que han designado para esa actividad y un pequeño espacio dedicado al servicio de bebidas y alimentos. Esperemos poco a poco que el Carolino nos vaya compartiendo más espacios, para que los habitantes de Puebla y sus visitantes puedan disfrutar la magnificencia de este edificio y podamos todos aprender de la gran historia que tiene.

Foto: Jaime A. Romano
Foto: Jaime A. Romano