Doce uvas, doce velas

Criterios Jaime A. Romano

Hay veces que uno busca fuentes de inspiración en muchas partes, en la naturaleza, en algún escrito, en la fe, en la meditación o en más partes. A mi la inspiración para esta columna me llegó visitando el famoso templo ubicado en la 16 de septiembre esquina 9 oriente. El templo Franciscano de las hermanas Clarisas Capuchinas, consagrado a los padres de la Virgen María (San Joaquín y Santa Ana) que por años ha dado servicio a los fieles, y que en su espacio resguarda a una de las imágenes que más devoción atrae por parte de los creyentes.

Fuera de la imagen más famosa del templo, una imagen que se encuentra en el techo de la primer parte del templo puede que robe reflector.

Foto: Jaime A. Romano

Y es dentro de un marco redondo, podemos apreciar un lienzo barroco representando a la Divina Providencia (Santìsima Trinidad), de manera magnífica, con grandes detalles en las ropas, en las expresiones de las figuras principales y de las figuras celestiales que les acompañan. Una joya escondida que pasa desapercivida por el visitante que dirige su mirada al altar principal del templo o desvía su atanción al Niño Cieguito.

Así, a partir de esta visita en la cual quedé placenteramente sorprendido por la obra, y por su buen nivel de conservación, recordé una de las múltiples tradiciones que se acercaba. Estamos a pocos días de terminar el año y se tienen muchas tradiciones y supersticiones que se llevan a cabo en los diversos hogares.
La más popular quizás,  y heredada de España, es el consumo de doce uvas al sonar las doce campanadas y al ingerir cada una de ellas se pedirá un deseo; cada una de estas uvas representará a cada uno de los meses del año veidero.

Así también tenemos quienes cenan lentejas para la abundancia o prosperidad en el año nuevo; quienes usan ropa nueva, quienes usan ropa interior de cierto color para un propósito diferente; también algunos guardan dinero en el interior de sus zapatos; quienes barren sus casas a media noche para que la mala vibra del año que se va se vaya también con el polvo y la tierra que se saca o quienes salen a dar una vuelta a la manzana para que el año nuevo venga cargado de viajes… en fin, un sinfín de costumbres.

Lo que une esta fecha también con la tradición y con la imagen que acompaña a este texto, es la tradición católica en la  cual se lleva a bendecir una docena de velas, que serán dedicadas al culto de la Divina Providencia y así mes con mes se prenderán y se dirá la jaculatoria “Que la Divina Providencia se extienda a cada momento para que nunca nos falte: casa, vestido y sustento” acompañado de cualquier otra oración de su gusto, dejando la vela prendida y esperando a que se consumiera en honor de esta devoción; confiando en que por su intercesión siempre se tendrá lo básico para la supervivencia del hogar.

Sea cual sea la creencia que tengan en sus hogares, espero que este año que termina haya sido un año de abundancia, salud, paz y felicidad; y si es que no ha sido así les deseo que el año que viene sea un año mejor que el que termina.