Hace poco al visitar una exposición, me encontré con un orgulloso poblano que presumía uno de los cuadros que formaban parte del conjunto museográfico; nos comentaba a los visitantes que él había prestado esa obra que formaba parte de su colección particular, lo cual me hizo pensar y darme cuenta que para muchas personas (quizás de un estrato social diferente al mío) la tradiciòn del coleccionimso sigue vigente. Aquí claro que el objeto del que se hablaba era una obra de arte del siglo XVI, de dificil acceso para cualquier persona, pero el coleccionismo está muy vivo en Puebla.
Así me puse a pensar en todos aquellos ciudadanos de la Angelópolis que convergen en el tianguis de antigüedades de Los Sapos, buscando tesoros que completen sus colecciones, ya sea de discos, cerámicas, juguetes, figuras de porcelana española, entre mil categorías más.
Este hecho no es ajeno para Puebla, ya que durante muchos años albergó a grandes coleccionistas como José Luis Bello y González quien llegó a tener una gran colección de arte.
Y en el recinto que lleva su nombre (que no ha parado de ser un recinto polémico) se ha escrito la historia cultural de Puebla. Desde las joyas que cuenta la exhibición permanente (de la cual en algún momento comenté) hasta los espacios que no son comunmente abiertos al visitante.
En esta ocasión subiendo una angosta escalera, se presenta una exposición que nos acera a comprender un poco más del coleccionismo en Puebla, en específico a quienes se han enfocado en la figura del Niño Jesús; bajo el nombre de “Hijo de David” la Secretaría de Cultura del Estado de Puebla presenta la unión de piezas del Museo Bello conviviendo con piezas de coleccionistas privados y nos acerca a las diferentes advocaciones Cristianas que se le atribuyen a la imagen del Niño.
@JimboRomano