Un romance que debería de ser perfecto

Angelica Lobato Torres Criterios

¿Alguna vez han conocido (o han sido) a una pareja que parecía eran perfectos, que todo indicaba que eran el uno para el otro, que les gustaban las mismas cosas o tenían intereses similares pero todo salió terriblemente mal? Diego Rivera y Frida Kahlo son el caso más claro, pero en el mundo literario mexicano hay una pareja que fue destructiva y ellos fueron Octavio Paz y Elena Garro.

Elena Delfina Garro Navarro nació en Puebla; fue guionista, periodista y escritora mexicana. La consideran escritora de la literatura fantástica, pero a ella no le gustaba que dijeran que ese era el género que escribía por considerarlo muy comercial.

Escribió a un volumen de obras de teatro de un solo acto que hasta la fecha son representadas. Su gran novela fue “Los recuerdos del porvenir” y después publicó un libro de cuentos “La semana de colores”.

“Los recuerdos del porvenir” está dividido en dos partes. La primera parte tiene catorce capítulos en los que se nos cuenta sobre Francisco Rosas, un general que asume el gobierno del pueblo IIxtepec junto con sus hombres. La segunda parte cuenta las consecuencias de las acciones del general Rosas despechado y cruel por el abandono de su amante, Julia. También habla de la historia de los hermanos Moncada durante la Guerra Cristera en Ixtepec.

“Los recuerdos del porvenir” describe la realidad política, económica y social del México luego de la revolución, también es la primera novela que revela los mitos y tradiciones del mundo prehispánico. Octavio Paz la llamó “una de las creaciones más perfectas de la literatura hispanoamericana contemporánea”.

De acuerdo a la calidad de las obras que Garro y Paz escribieron, parecería que dos mentes brillantes y famosas se unieron para crear magia; nada es más alejado de la .

“Yo ignoro la vida y milagros de Octavio Paz. Si los ignoraba cuando estuve casada con él, pues ahora mucho más, entre él y sus amigos los cubre con un espeso velo de misterio imposible de penetrar”.

Su “romance” se basó en prohibiciones, resentimientos, rencores por no hacerse feliz, en celos profesionales y violencias. Paz le habría prohido a Garro escribir poesía ya que eso era “su” genero literario.

“Durante mi matrimonio, siempre tuve la impresión de estar en un internado de reglas estrictas y regaños cotidianos”.

Fueron dos jóvenes que se casaron sin el consentimiento de una parte (el de Elena), sin estar seguros que querían estar juntos y compartir un hogar o formar una familia.

“Era loco Octavio…Tomó la costumbre de acompañarme de la escuela a la casa. Desde San Idelfonso hasta Mexicali 40, allí por el Parque México, nos íbamos a pie, hablando de libros. Caminé y caminé y platiqué y platiqué. Llegábamos y entraba conmigo a la casa. Mi papá decía, ‘Es conmovedor este chico, tan joven y lo culto que es y se interesa por todo’. Yo los dejaba conversando y me iba a dormir”.

Cuando Garro ingresó a la universidad, a la Facultad de Filosofía y Letras, sus sueños profesionales se acabaron cuando Paz la manipuló para casarse. El 25 de mayo de 1937, se unieron en matrimonio ante 4 testigos, mintieron sobre la edad de ella ya que no cumplía el requisito de contar con 21 años como lo marcaba la ley del momento.

 “Me casé porque (Paz) quiso, pero desde entonces nunca me dejó volver a la universidad. Me dediqué a ser periodista porque él ganaba muy poco dinero entonces y porque eso no opacaba a nadie, sino que producía dinero. Y me dediqué a callar porque había que callar”.

“Desde su noche de bodas el 25 de mayo de 1937 hasta sus respectivas muertes en abril y agosto de 1998, Octavio Paz y Elena Garro no se llevaban bien. El matrimonio resultó ser, para él, una extraña síntesis de conveniencias y enojos; y para ella, una serie de sumisiones y frustraciones”.

Sin embargo, las infidelidades se hicieron presentes en el matrimonio. A finales de los años 40, ya con una hija, Octavio Paz mantuvo una relación con la pintora Bona Tibertelli de Pisis, mientras que Elena se enamoró del escritor argentino Adolfo Bioy Casares.

Los celos profesionales y rencores en la relación llevaron a que su hija Helena Paz Garro viviera entre fuegos enemigos, sin una relación sólida con su padre y exiliada de México, debido a que madre e hija fueron acusadas por el gobierno mexicano de organizar el movimiento estudiantil de 1968. En años recientes, el periodista Guillermo Sheridan dio a conocer que la Universidad de Princeton ha mantenido a su resguardo una carta que Elena le mandó al autor de “El laberinto de la soledad” pidiéndole apoyo por un incidente que tuvo su hija. En el escrito se pudo observar un arrepentimiento por parte de ella ante la relación tormentosa que mantuvieron.

En la carta Garro pidió que Paz y su hija se mantuvieran más cercanos, ya que “ella te quiere mucho, más de lo que te imaginas y también le tiene afecto y le hace gracia tu mujer”. De acuerdo a la propia Helena, eso no sucedió del todo, aunque convivió con su padre, realmente la relación no fue buena.

“No nos hablamos por muchos años, nos hicimos mucho daño. Después nos reconciliamos. Me invitó a Londres y conviví con su esposa (Marie-José Tramini). Cuando ganó el Nobel, me llevó con ellos a Suecia. Fui muy feliz, le agradecí ese gesto. Se merecía el reconocimiento”.

Paz pocas habló de su matrimonio, muchos creen que en algunos de sus poemas se nota el rencor que llegó a sentir por Elena debido a que no fue la mujer sumisa que él quiso.

Elena sí refirió hasta sus últimos días el rencor que le guardó a Paz porque nunca supo ser pareja ni padre: “Yo vivo contra él, estudié contra él, hablé contra él, tuve amantes contra él, escribí contra él y defendí indios contra él. Escribí de política contra él, en fin, todo, todo, todo lo que soy es contra él […] en la vida no tienes más que un enemigo y con eso basta. Y mi enemigo es Paz”.

Este año se publicó el libro “Esta Carta Está En Tus Labios 1935” de José María Espinasa Yllades, muestra las imágenes de algunas de las cartas de amor que el entonces joven poeta Octavio Paz, de 21 años, envió a la también joven Elena Garro, de 19. Es una relación amorosa contada desde la perspectiva Paz; una historia que culminará con el matrimonio de ambos escritores.

Estas cartas también dejan ver la mente de Paz en aquella época, sus obsesiones literarias y filosóficas, que construyeron el pensamiento del futuro y único Premio Nobel de la Literatura mexicano.

De Octavio Paz no escribiré mucho, porque me cae gordo; si, si, premio Nobel pero no era un genio y aunque “El laberinto de la soledad” es un gran libro nunca me dieron ganas de leer algo más de él. Posiblemente un día de estos escriba un poco más de él; Garro así que digan que bárbaro me cambio la vida, pues no… Pero amo esta historia de “no amor” por qué es real y mas interesante que un final feliz… además que más poético que decir “mi enemigo es Paz”.