La gran coincidencia de mi papá

Angelica Lobato Torres Criterios

Les contare algo, esta columna se escribe con un sentimiento que no se definir; no me atreví a escribir de mi papá antes porque sé que para él, como para mí, las palabras escritas llegan más fuerte que las que uno dice, mi papá y yo somos personas que no expresamos lo que sentimos con facilidad, pero tenemos una persona con la que podemos ser todo sentimiento; yo no era esa persona para él y él no lo era para mí, pero siento que con las pequeñas cosas nos comunicábamos todo el amor que sentíamos el uno por el otro. Hoy, mi papá tiene 10 días que se fue al cielo, le pude dar un largo abrazo y decirle que lo amaba mientras su espíritu se iba con el de mi mamá, porque una gran coincidencia nos dejó claro a todos los que estábamos ahí, que ella vino por él, así como él lo deseó desde el día que ella se fue con los dioses.

“Las Coincidencias Necesarias: La sincronicidad en los encuentros que nos transforman” de Jean Francois Vezina se ha unido a mi lista de lecturas. Nos explica un poco el concepto de sincronicidad desarrollado por el psiquiatra suizo C. G. Jung y el premio Nobel de física Wolfgang Pauli y trata de hacernos entender la importancia de las relaciones y los encuentros transformadores; nada parece en nuestra vida sin un motivo, todo nos transforma aunque a veces no nos damos cuenta, pero el ser consciente de ello hace que la vida es un poquito más mágica.

Hay cosas que coincidieron en la muerte de mis padres, una el pinshi cáncer, esa maldita enfermedad que está ahí esperando el momento de desatarse y acabar con todo a su paso, en el caso de mi mamá estuvo escondida 8 años y estuvo presente por 4, en el caso de mi papá, al parecer solo estuvo un par de meses bien escondida, sin dar alguna oportunidad de darnos cuenta de que ahí está para aparecer como una diva en todo su esplendor por un poco más de 3 semanas. Esta vez no hubo tiempo de buscar los libros de cómo enfrentar la enfermedad, no tuve tiempo de preparar comida que le pudiera ayudar o dar más fuerza, solo hubo tiempo de entender que solo había una manera en que él pudiera dejar de sufrir y esa era que mi mamá, el amor de su vida, viniera por él.

No es que sea yo muy idealista del amor, para mí una relación perfecta debe tener sus problemas y sus diferencias, con momentos buenos y malos, que hacen que dos personas crezcan juntos; como padres siempre hay uno más “exigente” que otro, hay a quien se le tiene miedo y a quien se le tiene más confianza; yo estaba más unida a mi mamá y le tenía más respeto a mi papá aunque no era secreto que yo era su favorita.

Pero esa historia de amor no puedo evitar a compararla con “Diario de una pasión” de Nicholas Sparks, ya sé, mega cursi, pero es la verdad; amor y entrega como la de ellos no era común, mi papá hubiera hecho lo que fuera por mi mamá y viceversa, mi papá era un hombre de carácter complicado y modos bastante más complicados y ella era, en sus palabras, un pan de dios, que encontró la manera de llegar a su corazón y quedarse ahí por siempre.

Mi papá empezó a apagarse el día en que mi mamá se fue y el día en que su corazón se apagó, estábamos nosotras, sus hijas, sus hermanas y uno de mis primos. Se fue rodeado de amor pero la gran coincidencia, que me asegura que mi mamá vino por él para que fuera un viaje tranquilo, es que la paramédico que lo atendió, se llamaba Patricia, para responderle uso sus últimas fuerzas porque sabía que no era una casualidad que una Patricia llegará para darle la señal.

Desde ese momento sé que las coincidencias que se den en mi vida no son por casualidad, son señales, que no se han dejado de dar desde este 19 de agosto. Si quieren saludarlo, escuchen “Something” de The Beatles, era su canción favorita y con la que siempre pensare en él y en todo el amor que me dio y nos dio a todos y que le sigue dando a mamá donde este. Los amo papuchos.