Ceniza en todos lados

Angelica Lobato Torres Criterios

Odio la ceniza, la odio con todas mis fuerzas, sin embargo, hay algo que me hace tener un cariño especial por nuestro querido Don Goyo. Desde 1994, que inicio esta actividad, no hay una mañana en que no voltee a ver como amaneció el volcán; mi mamá, que era seguidora fiel del noticiario del señor López Díaz, salía a la calle a ver ya fuera la fumarola o el volcán nevado; mi tío también es fanático del volcán y desde que tenemos el grupo familiar en WhatsApp, no hay actividad de la que no tengamos información.

El conocer la historia de los volcanes es manda para los poblanos, aunque quien sabe las nuevas generaciones, que ya no saben nada. “Los Volcanes Sagrados. Mitos Y Realidades En El Popocatépetl Y La Iztlaccíhuatl” del Dr. Julio Glockner debería ser material de historia al menos aquí en Puebla y zonas alrededor del volcán. Aquí hay muchas historias, incluida la romántica historia de “La mujer dormida” y su amado que la abraza; pero también nos cuenta de los rituales, las creencias y las festividades que los pobladores de la región han mantenido desde los tiempos prehispánicos hasta nuestros días, aunque no creo que últimamente los hayan hecho, ya que las mismas restricciones de acceso al volcán no han permitido las ofrendas… Si son humanas o no, no lo sé, pero no me opondría a echar a uno que otro al volcán.

Otra cosa que une la historia familiar a los volcanes es una historia muy trágica, que yo sólo oí por encimita; cuando mi abuelo paterno comenzó a estar muy mal de salud, mi papá trabajaba en plataformas petroleras en Campeche (luego les contare de como el petróleo y Pemex son parte de mi historia); cuando no había nada que hacer por el abuelo, mi papá buscaba viajar a Puebla pero un volcán decidió hacer erupción; cuando mi papá logró llegar a Puebla, el abuelo ya se había ido, tampoco me pregunten si al cielo o a otro lado porque hay teorías jeje.

“Microhistorias De Los Zoques Bajo El Volcán” de Marina Alonso Bolaños nos cuenta de la historia de “El Chichonal” y su erupción en 1982, de la cual yo no conozco mucho, pero deberíamos viendo como están las cosas. Los habitantes de la zona, que como con el Popo, conocen mejor al volcán que cualquier experto, habían sentido que las cosas habían cambiado desde finales el año anterior, pero el 28 de marzo hubo un fuerte temblor y una explosión de material, la ceniza cayó durante una semana; el 3 de abril, en los alrededores del hubo cerca de 30 sismos por hora durante la mañana, y uno cada minuto por la tarde que anticipó la llegada de otra erupción, todo se detuvo a las 19:00, y el volcán estalló violentamente a las 19:35 con una duración de 30 minutos aproximadamente. A las 5:33 del lunes 5 de abril, el Chichonal estalló por tercera vez con una duración de 45 minutos. Así que mientras todo siga fluyendo podemos estar un poco tranquilos.  aproximadamente. E

Este libro también nos cuenta de cómo fue la respuesta de los habitantes de la zona y del resto del país; la mayor devastación ocurrió en las inmediaciones del volcán, siendo los municipios más afectados Francisco León y Chapultenango, y pues si porque desaparecieron, Nicapa, Esquipula Guayabal, El Naranjo. El ejército evacuó a mucha gente, pero mucha más se quedó, y nunca se supo cuántas personas murieron, aunque se dieron cifras oficiales, no se supo con exactitud en realidad cuantas fueron; muchas de ellas sabían que ese era su destino ya que muchos habían soñado con ello y porque “la Pyogba Chu’we”, la señora que arde, la dama que “recuerda el olvido, según los Zoques, había anunciado, con su presencia en los poblados de las Montañas del Norte, la erupción del volcán. Muchos murieron a causa de la furia del volcán, al tratar de salvar a sus santos, a sus símbolos de identidad, o resistiéndose a perder la tierra de los ancestros.

Como anécdota de este volcán, la página del gobierno cuenta que las primeras noticias no sabían dónde estaba el volcán Chichón y menos a informar quiénes eran los zoques. A un locutor televisivo se le ocurrió que Chichón era una “mala palabra”, con un sonido que hería la susceptibilidad de los televidentes, por lo que decidió cambiar el nombre del volcán a Chichonal. Con ello, pensó, “suavizaba” el apelativo incómodo. Y también es de notar que la nube de ceniza fue tan poderosa que llego a Hawaii y China.

Pero bueno, esperemos a que pase lo que tenga que pasar; no nos sintamos especiales ya que también el volcán Etna en Italia también está en erupción. Usen sus lentes y sus cubrebocas, al fin ya estamos acostumbrados y cuiden a sus mascotas, porque uno como quiera, pero ¿y las creaturas?.